En la primera lectura se atribuye la no entrada al descanso de los
antiguos a su desobediencia, y por ello los cristianos debemos aprender la
lección. El verdadero descanso es llegar a gozar de la vida y la
felicidad total con Dios, en la escatología: y aquí es Cristo
Jesús el que, como nuevo Moisés, sí nos quiere introducir en ese descanso
definitivo, al que Él ya ha llegado. El reposo está en Dios. Mejor:
nuestro reposo es Dios, ya iniciado por la vida de la gracia.
En el Evangelio se nos muestra la atracción que genera la
persona de Jesús. Es cautivadora su figura porque refleja el amor del Padre. En
este pasaje nos relata san Marcos que fue precisamente por la fe y
la cooperación de los que acompañaban al paralítico, que Jesús le perdonó sus
pecados y, después, hasta le dio la salud física.
Así debemos hacer cada uno de nosotros: esforzarnos por conocer profundamente a
Cristo y transmitirlo al mayor número de personas posible.
¡Santa Madre de Cristo, auméntanos la fe, la esperanza y el amor!