“La oración no consiste en pensar mucho, sino en amar mucho” (Santa
Teresa de Jesús)
“No olvidemos que la paz comienza con una sonrisa y que, por cada gota
de dulzura, hay una gota menos de amargura en el mundo” (Santa Teresa de
Calcuta)
Señor, nos dices que el vino nuevo de tu amor no puede guardarse en un
corazón viejo y egoísta. Por eso, Jesús te ruego que me ayudes a tener un
corazón nuevo y generoso, capaz de albergar y compartir todo el Amor que tú me
quieras dar...
Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec (Salmo 109, 4bc)
Ser dóciles a la Palabra de Dios. El evangelio es novedad. La revelación
es novedad. Nuestro Dios es un Dios que siempre hace nuevas todas las cosas. Y
nos pide esta docilidad a su novedad. En el pasaje evangélico, Jesús es claro
en esto, es muy claro: “vino nuevo en odres nuevos”. Así, Dios debe ser
recibido con esta apertura a la novedad. Y esta actitud se llama docilidad.
(...) Hemos de adaptarnos siempre, adecuarnos a esta novedad de la Palabra de
Dios, estar abiertos a la novedad. ¡Feliz novedad! que convierte nuestra vida
de cada día en permanente ¡feliz Navidad!
Para que un hombre posea el sacerdocio, debe ser llamado de Dios como lo
fue Aarón. Cristo fue sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
Jesucristo es el Autor de la salvación eterna y por el bautismo nos brinda el
gozoso don del sacerdocio.
¡Que seamos odres donde los demás pueda ver y beber el vino de Jesús que
le ofrecemos! ¡Qué importante es el vino! ¡Cuántas veces aparece el vino en la
Sagrada Escritura! El vino nos recuerda la sangre de Cristo. Él derramó su
sangre por nosotros; que nosotros demos el tiempo, y la vida por Jesús.
Pidamos a María, Madre de Dios y Madre nuestra, que nos ayude a vivir la Navidad, en este año nuevo comenzado para que seamos odres donde demos a Jesús de corazón.