Como los magos de Oriente, también nosotros nos preguntamos hoy en
nuestra oración cómo encontrar a Jesús: «¿Dónde está el Rey de los judíos que
ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y, venimos a adorarlo». En su
camino de búsqueda y de fe, primero les guio una estrella: en ella podemos ver
el testimonio de la creación que nos habla de Dios, de su Hacedor. ¡Cuántas
veces hemos hallado a Dios, sobrecogidos por la belleza del cielo estrellado,
por la grandeza de las montañas o por la magia de la salida o la puesta del sol!
Pero cuando se apaga la estrella, los magos preguntan en Jerusalén y allí les
siguen la pista por medio de las Escrituras, que señalan el lugar del
nacimiento del Mesías: Belén, la pequeña ciudad de David. Si quiero conocer a
Jesús, le encuentro vivo en la Palabra de Dios, en el Antiguo Testamento que le
anuncia y en el Nuevo Testamento que lo declara Hijo de Dios hecho hombre.
Unas palabras del Papa Benedicto XVI, que nos acaba de dejar para ir a
la Casa del Padre celestial, nos ayudan a empezar el nuevo año con “realismo”:
“Quien conoce la Palabra divina conoce también plenamente el sentido de cada
criatura. En efecto, si todas las cosas «se mantienen» en aquel que es
«anterior a todo» (Col 1,17), quien construye la propia vida sobre
su Palabra edifica verdaderamente de manera sólida y duradera. La Palabra de
Dios nos impulsa a cambiar nuestro concepto de realismo: realista es quien
reconoce en el Verbo de Dios el fundamento de todo” (Verbum Domini 10).
Y no me voy a olvidar de hacer un regalo a Jesús. Del mismo modo que cuando no sabemos qué regalar a alguien, le preguntamos a alguien que le conoce bien, así nos acercamos a la Virgen y le pedimos consejo: ¿Qué le puedo regalar a Jesús? Quizá Ella te diga: “Escucha su Palabra cada día de este año y cúmplela. Así construirás sobre roca y serás dichoso”.