Que rica y substanciosa es la liturgia de este domingo. Muchos detalles
atraen nuestra atención en esta fiesta, pero me voy a fijar en dos que pueden
servir para encauzar nuestra oración hoy. En el evangelio de hoy se produce la
primera llamada a los apóstoles para seguir a Jesús. Los primeros elegidos son
pescadores: Pedro y Andrés, más adelante Santiago y Juan, y después se fueron
integrando el grupo de los más cercanos del Señor.
Yo te deseo que hoy tú también te sientas elegido por el Señor. Los
elegidos por Jesús no eran los que más destacaban por su cultura ni por su
riqueza, pero fueron elegidos. Si analizas tu vida pasada, posiblemente te des
cuenta de que no has hecho nada especial para ser elegido, igual que los
primeros apóstoles. Pero Jesús te ha escogido, sólo Él sabe lo que ha visto en
ti. No temas lo que Dios te va a pedir, Él te dará la fuerza necesaria para
realizar su misión; tú abandónate en sus brazos.
El segundo punto que te quiero proponer para tu oración es que reces por
la unión de los cristianos. Estamos inmersos en la semana de oración especial
por la unidad de todos los cristianos. La segunda lectura de hoy, te propongo
volver a leerla, nos habla de esta necesidad: se ve que ha sido una constante
en la historia de la Iglesia, pero es un escándalo que estemos desunidos.
Cristo es la cabeza de la Iglesia y los fieles somos su cuerpo: no es posible
que el Cuerpo de Cristo esté dividido. Por eso es imprescindible rezar y
ofrecer muchos sacrificios para que se pueda alcanzar la deseada unión.
Las experiencias que muchos de nosotros hemos tenido el pasado verano en
Gales nos hablan de que es posible esa unión porque todos la deseamos.
Le vamos a pedir a la Virgen que Ella nos una en un solo cuerpo, el Cuerpo de Cristo. Ella puede lograrlo porque sufre enormemente por vernos separados: Madre de la Iglesia, haznos UNO junto a Jesús.