El Niño Dios acaba de
manifestarse a todos los pueblos de la tierra, representados en los magos de
oriente que han acudido a adorarle. Eso celebrábamos ayer, y ya hoy el
evangelio nos presenta a Jesús anunciando la buena nueva, anunciando que el
reino de los cielos está cerca.
Eso es lo que en el fondo estamos celebrando
en Navidad: que Dios se ha hecho hombre, ha nacido entre nosotros y nos ha
traído la salvación.
En la oración de hoy podemos pedirle a María
que nos dejemos llevar por el Espíritu y confesemos con nuestra vida que
Jesucristo es Dios, que ese niño venido en carne es el Hijo de Dios.
Nos recuerda hoy el apóstol san Juan en su
primera carta que somos de Dios y con su gracia hemos vencido al Anticristo. Y
nos exhorta a guardar su mandamiento: creer en Jesucristo y amarnos unos a
otros. Es otra petición para nuestra oración, en súplica continua: que
permanezcamos en Dios.
Nos vemos tentados muchas veces de poner
nuestras seguridades en nuestros estudios, en nuestras amistades, en nuestra
familia, y de nuevo san Juan nos recuerda: “no os fieis de cualquier espíritu,
examinad si vienen de Dios”. Y el criterio para saberlo es discernir si lo que
nos ocupa, lo que leemos, lo que hacemos, aquello en lo que nos implicamos de
verdad, nos lleva a darnos a los demás, a anunciar al niño de Belén, o nos hace
encerrarnos en nosotros mismos, alimentar nuestros criterios, justificar ante
los demás nuestras acciones.
Contemplemos hoy a Jesucristo tal y como nos
lo presenta el evangelio, hagámonos como uno de sus seguidores: “Jesús recorría toda
Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y
curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”.
Pidamos que también nosotros veamos en él una luz grande, que brille para nosotros cada día con más fuerza el Señor Jesús. Acerquémonos a él, sigámosle como lo hacían entonces tantos enfermos, aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Él nos cura, nos alienta, nos empuja a darnos cada día a nuestros hermanos, a convertirnos, porque está cerca el reino de los cielos.