El evangelio de hoy nos
recuerda que hay que compartir con el mundo los dones que nos ha dado el Señor,
ya que Él se revela por medio de ellos.
Para compartir al Señor con el mundo tenemos
que escucharlo bien y hacerle caso. Pedir al Espíritu Santo una iluminación
espiritual primero en nosotros mismos. Pedirle abrir nuestros “oídos”, nuestros
corazones para escuchar cómo quiere revelarse el Señor hoy por medio de
nosotros.
¿Cómo Él quiere que le presente a mi entorno?
¿Dando un bonito discurso? ¿Charlando con mis amigos no creyentes sobre la fe?
¿Trabajando/Estudiando? ¿Ofreciendo mis talentos como canto, dibujo, deporte…?
Si lo producimos, recibiremos más, y si no, se nos quitará… De nuestros dones no tenemos mérito. Pero podemos esforzarnos en mejorarlos para que otra persona pueda aprenderlo. Nuestros dones no son para nosotros y para nuestros intereses superficiales e individualistas, para presumir de ellos y adquirir reconocimiento, sino para el mundo. Enseñando lo aprendido. Con y en Él.