13 febrero 2021, sábado de la 5ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Causa estupor la comparación entre las dos lecturas de la misa de hoy: la lectura del Génesis y la del Evangelio. El pecado del hombre y la gracia de Dios que viene en nuestra búsqueda. En este sábado, día de la Virgen, Ella toda Inmaculada, entramos en nuestra oración para meditar nuestra pequeñez y el poder de la gracia de Dios con “temor y temblor” pero acudiendo a su intercesión para descubrir Quién es nuestra fortaleza.

La primera lectura nos presenta las terribles consecuencias del pecado que nos hemos procurado por desobedecer al Señor. Esas terribles consecuencias que seguimos alimentando día tras día con nuestras faltas, pequeñas o grandes. Nos escondemos del Señor, le sentimos lejano, poderoso e inmisericorde. Se carga sobre nosotros un fardo pesado de trabajos, sufrimientos y esfuerzos inútiles en que nos descubrimos polvo. Sentimos punzante un anhelo de cielo que vemos irrealizable y fuera de nuestras fuerzas. Hoy el Señor nos presenta nuestra verdad, la que nos hemos procurado en el pecado, y nos conmina a meditar sobre ella sin paños calientes ni disimulos. Quizá hoy le sintamos duro e inflexible. Pero sabemos que Él no hace nada sin razón y que también necesitamos estos momentos.

El salmo nos da la clave para no caer en la desesperación y convertir en verdadera oración esta terrible meditación: “Señor, Tú has sido nuestro refugio de generación en generación”. Debemos meditar sobre nuestro pecado y sus consecuencias, pero lo hacemos en la presencia de Dios, que no deja de ser nuestro Padre a pesar de nuestras infidelidades y desvaríos. Después de meditar nuestra nada es momento de elevar la mirada y contemplarnos con sus ojos y su acción constante y disimulada durante toda la historia. Podemos dirigirnos también al Evangelio para encontrar esa caricia de Dios que nos quiere tocar también en la oración de hoy ya que Cristo dice que “quien me ve a mí ha visto al Padre”. ¡Qué delicadeza la del Señor hoy! Donde nosotros no vemos más que pobreza de dones, Él encuentra posibilidades de acción de su gracia y de cuidado de nuestras necesidades, no sólo de las espirituales sino también de las materiales. Gritemos hoy en nuestra oración: ¡Señor, estos son mis pecados, mis fatigas, mis esfuerzos en vano! ¡Hay de ellos vehículo de tu gracia y obra tu multiplicación para, como Nuestra Madre, seamos alimento para los que nos rodean y prueba de la magnificencia de tu amor!

Archivo del blog