20 febrero 2020, domingo de la 1ª semana de Cuaresma. Puntos de oración

Entramos en este tiempo fuerte de Cuaresma envueltos en un atosigante clima de pandemia. A pesar de todo, «ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación». (2 Cor 6,2)

Es un tiempo para creer, esperar y amar; camino de conversión y oración. Oportunidad para robustecer la fe en el Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre.

En un Año dedicado a San José, el de corazón de padre, el padre amado, el esposo amado, el esposo amante.

¿Qué retos me plantea esta cuaresma? ¿Qué veo, y quizás también ven los que me rodean, que sea urgente convertir en mí? Volvamos a la experiencia de Dios y al Misterio, al sentido de la eternidad. San José intercede.

Siempre hemos de estar en camino de conversión. El gran Papa San Juan Pablo II decía que conversión es la primera palabra del evangelio. “Ecclesia semper reformanda”, asevera un dicho conocido. Pero hay que traducirlo a primera persona, del español al español: Yo siempre en proceso de reforma, vamos, de conversión. Supliquemos: ¡Que te conozca! ¡Que me conozca! De este modo podemos afrontar toda tentación, que suele estar ahí rondado, como león rugiente.

Deberíamos alentar en nosotros, en consecuencia, gozosamente, la esperanza en la reconciliación, brutalmente entregada a cada uno, personalmente, en el Sacramento que está en el corazón de nuestro proceso de conversión. Para convertirnos en difusores del perdón: al haberlo acogido nosotros, podemos ofrecerlo. “El perdón de Dios, también mediante nuestras palabras y gestos, permite vivir una Pascua de fraternidad.” (Mensaje para la Cuaresma 2021).

Pedimos a San José “el mejor de los milagros, nuestra propia conversión”. Y ya, de paso, redescubrir que, de la lucha contra las fuerzas demoníacas, se deduce que Jesús constituye el inicio de la transformación del mundo, que el reino de Dios está presente y que se desarrolla a través de obstáculos, que entre el hoy y la “parusía” sus discípulos padeceremos sufrimientos y contradicciones.

Nuestra mirada hemos de ponerla en Jesús que lleva a término el reino de Dios. Este reino es una realidad que trasciende el mundo de los hombres. De ahí la invitación a convertirse y a creer en la Buena Noticia. ¿Creo en esa buena noticia de verdad y con todas las consecuencias?

El inicio del reino de Dios exige pasar a través del desierto. Esa travesía también se me presenta a mí, y la verdad es que es de locos, pero sé de quién me he fiado. Madre y Señora nuestra: llévanos a Jesús.

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