19 febrero 2021, viernes después de Ceniza. Puntos de oración

1. El ayuno que yo quiero de ti (Is 58, 1-9)

Como siempre, el Señor nos pide que nos andemos por las ramas, que no nos quedemos en lo accesorio, en los medios y que vayamos al tronco y la raíz, lo central, el fin. Romper cadenas injustas, levantar yugos opresores, liberar a los oprimidos, compartir pan con el hambriento, abrir mi casa al pobre sin techo, vestir al desnudo, no dar la espalda a tu propio hermano. En definitiva, las obras de misericordia, que de modo tan bello y pedagógico nos lo comunica el musical “Contigo” y todos sus recientes subsidios. Entonces llamarás al Señor y él te responderá: ‘Aquí estoy’.  El “venid, benditos de mi Padre del Cielo comienza aquí en el Suelo”. ¡Qué formidable programa de “ayuno” para la presente Cuaresma!

2. ¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad! (Salmo 51 (50))

Saborea el salmo poco a poco, quizá te baste con la súplica de entrada, “ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, tu ternura, tu misericordia… Mira a Jesús en la cruz, en el sagrario, en una imagen…y que Él te mire, que su mirada te acaricie, te sane, te renueve por dentro y por fuera, totalmente…

3. “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos?” (Mt 9, 14-15)

Este momento es para estar con el esposo, para tratar de amor con quien sabemos que nos ha desposado…Luego vendrá el tiempo de ayunar, de aportar medios, de buscar…pero para ENCONTRARLE, para estar con Él, para amarle y dejarme amar. Haz lo que haces, ama y déjate amar, calla, vive, déjale…

¡José, María, vuestro corazón para ponerme a tono con el de Jesús!

Vendrá el tiempo...que ayunarán

Hijos bien-amados y hermanos: Dios que en su sabiduría gobierna todo y de forma excelente y sabia lleva a buen término las estaciones y los años, nos ha hecho conocer que ya ha llegado el tiempo de salvación y beneficio para las almas. (...) ¡Gracias sean dadas a quien nos ha revelado este tiempo y juzgados dignos de alcanzarlo! Por eso, en todo momento debemos llevar una vida santa y pura y observar los mandamientos de Dios, en particular actualmente. (...) Ya que es tiempo de purificación, ¡purifiquémonos! Ya que es tiempo de abstinencia, ¡hagamos abstinencia! No sólo de alimentos, porque no sería suficiente. Hagamos abstinencia (...) de envidiar la buena reputación de nuestro hermano y ponernos en cólera o irritarnos contra el prójimo. Hagamos abstinencia de no poner freno a nuestra lengua, dejándola correr como ella quiere. Se debe imponer ella misma los límites: no hablemos mucho ni en cualquier momento, hablemos sólo de temas convenientes. Nuestros ojos se deben guardar de miradas impúdicas. Nuestros oídos deberían permanecer cerrados, abriéndose sólo para escuchar lo que es agradable a Dios y él ama.

San Teodoro el Estudita (759-826) monje en Constantinopla

Archivo del blog