28 de febrero de 2021, domingo de la 2ª semana de Cuaresma

En el nombre del Padre que nos recrea, del Hijo que nos redime y del E. Santo que dirige nuestros pasos para amarlos, preparamos nuestra oración de mañana.

Las lecturas nos presentan hoy dos montañas, dos acontecimientos que ocurren en ellas y una enseñanza profunda (entre otras) y muy consoladora.

Leemos, en primer lugar, cómo el Señor le pide a Abraham que le ofrezca a su hijo en sacrificio, en el monte Moria, para poner a prueba su fe. Y cómo él, en obediencia de esa fe, acata la orden. Destaco tres frases que le dice el Ángel y que me parecen la síntesis del mensaje; Ahora sé que temes a Dios, / por no haberte reservado tu hijo único, / te bendeciré porque me has obedecido.

Ciertamente, en la vida hay situaciones que nos ponen a prueba y en especial cuando se nos pide entregar algo de aquello que más queremos (familia, tareas, salud, cosas, estar en un lugar…). Aprendamos de la fe de Abraham y su amor al Señor para ser fuertes en la prueba, para obedecerle en los acontecimientos que se tuercen y quizás no entendemos hasta pasado un tiempo.

Contemplamos, en segundo lugar, la transfiguración de Jesús en el monte Tabor ante sus discípulos. Y cómo el Padre hace esta manifestación: Este es mi Hijo amado; escuchadlo. Para sorpresa de los apóstoles, Jesús les pide no decir nada hasta que resucite.

Este monte nos lleva a recordar aquel otro adonde se le pidió a Abraham ofrecer a su hijo y cómo le fue perdonado. Pero en el Tabor ya se anuncia que en este caso no será así pues se dice: “hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”. En la segunda lectura se reafirma: “no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros”.

Descubramos el corazón de nuestro Padre Dios en lo que supuso el entregar a su Hijo por amor nuestro. Abrámonos a una confianza más allá de cómo nos veamos, sintamos o nos juzguemos. El verdadero juicio pertenece a sólo Dios. ¿Acaso nos condenará después de que Cristo murió, resucitó e intercede ante el Padre por cada uno?

Santa María, a ti se te pidió entregar, en la cruz, el fruto de tus entrañas. Intercede para que conozcamos y experimentemos el amor infinito de nuestro Dios y así podamos darle cuanto nos pida para bien de los demás.

Archivo del blog