¡Estamos iniciando la Cuaresma!
El domingo pasado en el evangelio de san Marcos nos conectó directamente con
las tentaciones de Jesús en el desierto. Y a continuación, después de
permanecer 40 días en él, anuncia que “el reino de Dios está cerca”. Tan cerca,
que este reino ha llegado con Él. Vivimos en él.
Todos los creyentes y
practicantes nos hemos puesto en camino. Formamos un pueblo en marcha. Nos
dejamos inundar por la palabra de Dios. Y pedimos por todos los miembros de
este cuerpo místico y por todas las personas que estamos en este momento en la
tierra.
Volvamos a leer el texto de hoy
del libro de Isaías, 55,10-11. Es maravilloso:
“Esto dice el Señor: como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no
vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y
hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que
come, así será mi PALABRA que sale de mi boca: no volverá a mí
vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo”.
Has pensado en algún momento,
¿qué sucedería si todos los campos de cereal se cubrieran con lonas gigantescas
y no dejaran llegar la lluvia a la tierra?... Esto es una utopía. Nunca se hará
realidad. Pero a lo mejor tú y yo nos comportamos a veces así. Nos colocamos un
impermeable hermético con casco. Así no nos llegará la Palabra Viva de Cristo
ni a la cabeza ni llegará al corazón… Entonces no nos dejamos empapar, ni
fecundar y como consecuencia no germinará en nosotros la Palabra de Dios.
Tampoco habrá ni semilla ni pan. Pero lo ha dicho el Señor: su Palabra de no
volverá vacía, se cumplirá su deseo.
Pidamos a Señor nos prepare el
corazón para abrirnos, de par en par, sin poner ningún obstáculo a la lluvia
continua y mansa que baja del cielo todos estos días, de Cuaresma, para
descubrir en nosotros la voluntad de Dios y la vivamos con corazón de niño, en
diálogo íntimo con Él.
Pero la diana que nos toca el
corazón en el evangelio de hoy es saber que nuestro “Padre sabe lo que
nos hace falta antes de que se lo pidamos”. Es la oración universal tantas
veces repetida por todos los cristianos, el Padre nuestro.
¿Has probado alguna vez a poner
esta oración en labios de Jesús? Inténtalo. Jesús Encarnado, la
segunda persona de la Santísima Trinidad se ha hecho hombre y es Hijo del
Padre. Es la oración más maravillosa que nos hayamos podido inventar o
imaginar.
Otra propuesta más cercana
todavía. Pon esta oración del Padre Nuestro en labios de la Virgen.
¿Serás capaz de escribir los sentimientos y deseos que surgen en tu interior?
Y para terminar ahí van unas
palabras del Papa Francisco que nos dirigió en la catequesis del 10 de febrero
2021, sobre la oración diaria. Nos decía que la oración diaria nos va
cambiando…
Dice: “…Y es la oración que
transforma este hoy en gracia:
- Apacigua la ira - Sostiene el amor
- Multiplica la alegría - Infunde la fuerza del perdón…”
María con tu ayuda, experimentaremos esta transformación en nosotros si somos fieles a los minutos de oración diaria.