El mensaje de cuaresma para este
año resalta la necesidad de renovar la vida cristiana mediante la fe, la
esperanza y la caridad. El papa Francisco une las tres virtudes teologales a
las tres acciones que el evangelio nos propone: ayuno, oración y limosna.
LA FE. La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir
a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada” en nosotros (cf. Jn
14,23). Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo
que estorba, incluso de la saturación de informaciones —verdaderas o falsas— y
productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que
viene a nosotros pobre de todo, pero «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14):
el Hijo de Dios Salvador.
LA ESPERANZA. Es esperanza en la reconciliación, a la que san Pablo nos
exhorta con pasión: «Os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20). En
la Cuaresma, estemos más atentos a «decir palabras de aliento, que reconfortan,
que fortalecen, que consuelan, que estimulan», en lugar de «palabras que
humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian» (Carta enc. Fratelli tutti [FT], 223). En el
recogimiento y el silencio de la oración, se nos da la esperanza como
inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de
nuestra misión.
LA CARIDAD. La caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando
atención y compasión por cada persona, es la expresión más alta de nuestra fe y
nuestra esperanza. La caridad se alegra de ver que el otro crece. Así
sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con gozo
y sencillez. Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se
encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la
pandemia de COVID19.
Cuaresma un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad. «Ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación».