Como Primer sábado de mes, le
pedimos a la Virgen que nos conceda hacer la oración de este día en el mejor
oratorio posible: su Corazón Inmaculado, donde recibiremos los dones del
Espíritu Santo parar orar y hacer en este día la voluntad de Dios como Ella, la
humilde Esclava del Señor.
Después de ese pequeño diálogo
con Ella nos disponemos a meditar la Palabra de Dios que es el pan nuestro de
cada día, alimento de nuestra fe. Las dos lecturas, de la Carta a los Hebreos y
del Evangelio de Marcos, podemos aplicarlas a la oración y a su fruto en la
vida cotidiana. Nos va a ayudar también el testimonio del Beato Carlo Acutis,
joven y santo.
“Por medio de Jesús, ofrezcamos
continuamente a Dios un sacrificio de alabanza”: Esto es orar, unirnos a Jesús
y alabar a Dios que nos ha creado y hecho hijos suyos en Jesús. Ese sacrificio
de alabanza lo hacemos no solo con los labios que confiesan su nombre, como
dice la lectura, sino también cumpliendo la voluntad de Dios en los detalles de
la jornada que hoy viviremos. Unidos a Jesús, él “nos confirmará en todo bien
para cumplir su voluntad y realizar en nosotros lo que es de su agrado”. Aquí
recurrimos a Carlo que decía: ““Estar siempre unido a Jesús, este es mi
proyecto de vida” y "sólo los que hagan la voluntad de Dios serán verdaderamente
libres". Me impresiona que al decirle que estaba muy enfermo expresó una
gran confianza diciendo que no temía la muerte porque “he vivido mi vida sin
perder un minuto en aquellas cosas que no agradan a Dios”. Siguiendo este
ejemplo que hace vida la Palabra que hoy escuchamos, le pregunto a Jesús en mi
oración: ¿Qué quieres que haga hoy para agradarte? Y le pido con mucha fuerza
no desagradarle con aquello de Santa Teresa: “gran determinación de no ofender
al Señor, que perderíais mil vidas antes que hacer un pecado mortal” (Camino de
perfección).
Avanzando en el evangelio,
también nos encontramos con una invitación de Jesús que bien podemos aplicarla
a la oración: “Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco”.
Dice entonces que “se fueron en barca a solas a un lugar desierto”. Jesús
quería que sus discípulos descansaran con Él contándole sus experiencias en la
misión que habían hecho. Nuevamente Carlo Acutis nos enseña con su sencillez a
orar: “Me gusta hablar con Jesús de todo lo que vivo
y siento”. La oración es descansar en Jesús, porque descansamos cuando nos
sentimos amados y podemos contar nuestras cosas a un corazón amigo. También
decía Carlo: “No hablo con palabras, solo me recuesto sobre su pecho, como San
Juan en la Cena”. No es cuestión de pensar mucho en la oración, ni de hablar
mucho, sino de amar. También decía Santa Teresa hablando de la sustancia de la
perfecta oración que no todas las imaginaciones son hábiles para meditar, pero
“todas las almas lo son para amar”. Así pues, le pido a Jesús descansar en su
Corazón y dejarme amar sin palabras.
El caso es que Jesús y sus discípulos no tuvieron mucho tiempo para estar a solas, porque una multitud reclamaba su palabra y su misericordia. Compasivo, se puso a enseñarles con calma. La prueba de la verdadera oración es que, después de llenarme del amor de Dios, lo reparta a los que me rodean o me necesitan hoy. Por eso, al terminar mi descanso con Jesús le pido que en mi jornada de hoy sepa entregarme, olvidarme de mí y llevar su misericordia a mis hermanos.: “Jesús, ¿a quién quieres que lleve hoy tu palabra y tu vida?”