Nos ponemos en la presencia del
Señor y hacemos este rato de oración unidos a todos los militantes y miembros
del movimiento porque tenemos la seguridad que “cuando dos o más se reúnen en
mi nombre, ahí, en medio de ellos estoy yo”.
El texto del evangelio de hoy
demuestra un enorme sufrimiento de Jesús en muchos momentos de su vida: Jesús
acude a su pueblo, a Nazaret, en medio de muchas expectativas por parte de sus
paisanos. Llega el sábado y acude a la sinagoga y como es de esperar le dan la
palabra. No conocemos el discurso de Jesús ese día, pero se nota que los ánimos
no están bien dispuestos y desde el principio empiezan a cuchichear entre ellos
de cosas que no tienen nada que ver: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué
sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus
manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y
José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿No viven con nosotros aquí?”
Aquí aparece la primera expresión
chocante para nosotros al hablarnos de los “hermanos” de Jesús; son nombrados
por el nombre e incluso habla el texto de varias hermanas más. En muchas
ocasiones se ha hablado de esta expresión que choca de frente con la fe y
muchas soluciones se han dado: En hebreo no hay una palabra que designa a los
primos, sino que también los desina como hermanos. Pero el problema es que este
evangelio está escrito en griego que sí tiene una palabra para designar a los
primos. También se ha comentado que está escrito en griego, pero con mentalidad
hebrea. Más soluciones se han dado en el tiempo al hablar del concepto de
familia que no era el mismo que ahora, más bien era más amplio y englobaba a
varias parejas. También se ha propuesto como solución que, al desposarse José
con la Virgen, éste aporta al matrimonio algunos hijos de un matrimonio
anterior. Por otra parte, otro texto de la sagrada escritura indica que
Santiago y José eran hijos de otra mujer que también seguía a Jesús.
Lo cierto es que Jesús es el
único hijo de la Virgen María y que no gustaba demasiado entre sus parientes lo
que hacía, como se demuestra en otros textos del evangelio.
Entre las mujeres que estaban en la sinagoga también estaba la Virgen y también sufrió de primera mano esta falta de fe en Jesús: Ningún profeta es bien recibido en su casa; por eso tú recebe con todo el cariño del mundo las palabras de Jesús y recibe a Jesús con todas tus fuerzas. Haz un acto de fe grande y habla con Jesús de todo esto, dile que te quieres poner al lado de la Virgen y que crees en Él y que le quieres con locura.