Hoy es un día para dar Gracias.
Gracias porque tenemos un Padre Bueno, muy bueno, que hagamos lo que
hagamos, por muy "burrada que sea”, aunque le llevemos al extremo de que
“su ira se quiera encender contra nosotros hasta consumirnos”; aunque hayamos
sido “un blasfemo, un perseguidor y un insolente”; aunque le hayamos dado por
muerto como padre, pedido la herencia y gastado en chorradas…
Él, ese Padre Bueno que tenemos, sin ningún mérito por nuestra
parte, si hay una persona que suplica: “se arrepiente de la amenaza que había
pronunciado contra mí”, “se compadece de mi porque no se lo que hago” y “su
gracia sobreabunda en mí junto con la fe y el amor que tienen su fundamento en
Cristo Jesús”. Y hay más alegría en el cielo por mí como pecador si me
convierto que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Hoy es verdaderamente un día para dar Gracias.
Mi vida puede ser un completo desastre, pero tengo un Padre
verdaderamente bueno que me lo perdona todo, que me regala todo y que está
deseando vivir la inmensa alegría de fundirse conmigo en un gran abrazo.
Sólo tengo que volver a casa.
María es madre, pidámosle que nos muestre el camino de vuelta.