“Salía de él una fuerza que los
curaba a todos”. Así terminaba el evangelio de san Lucas que meditábamos ayer.
El de hoy, continuación del de ayer, es para contemplarlo despacio, metiéndonos
en la escena, como pide san Ignacio. Somos uno de los discípulos, uno de los
que ayer eligió Jesús para estar con Él y para enviarlos a predicar. Y hoy nos
quiere enseñar las leyes de su reino, su declaración de intenciones. Llama
bienaventurados a los pobres, a los que ahora tenemos hambre, a los que ahora
lloramos, a los que los hombres odian, excluyen, insultan, proscriben, por
causa suya. “Alegraos y saltad de gozo”, “vuestra recompensa será grande en el
cielo”.
¿Estamos en este grupo? Pidamos al Señor que
nos elija. A su madre, que seguro está cerca escuchándole, que tire de
nosotros, que nos acerque a Jesús. Ella nos repite lo que Jesús dijo en otro
momento a los más cercanos: no tengáis miedo. Parece que resuenan ya en
nuestros oídos los ecos del domingo de Pascua: alegraos, de nuevo os lo repito,
alegraos.
¿Nos alegramos de ser proscritos por Cristo?
¿O seguimos poniendo nuestras alegrías en esa tarde sin hacer nada, en ese
viaje más de huida que necesario por descanso o por ayudar a otros, en ese rato
de estar con quien me lo paso bien, pero eludiendo dedicar tiempo a los que más
me necesitan?
También en el evangelio de hoy el Señor nos
recuerda: hay de vosotros los ricos, los saciados, los que reís, aquellos de
los que todo el mundo habla bien. Quizás en nuestro interior, todavía no del
todo iluminado por el evangelio, seguimos ansiando bienes de la tierra, que se
apolillan.
Pidamos a la Virgen que nos haga mirar las
cosas de arriba, suspirar por el cielo. Como dice san Pablo a los Corintios,
“el momento es apremiante”, “porque la representación de este mundo se
termina”.
El Señor nos quiere alegres y felices, nos llama a un destino eterno, nos espera, nos acoge, nos limpia, nos perdona, nos engalana, nos enjoya. Por eso, “escucha, hija, mira: inclina el oído”, “prendado esta el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu Señor”.