“La semilla es la palabra de Dios”
Dios sale a nuestro encuentro y nos dirige su palabra a lo largo de
nuestra historia personal y, como toda palabra, espera una acogida, una
respuesta. Esta respuesta, aun siendo libre, tiene consecuencias definitivas
para nosotros.
“el diablo se lleva la palabra de sus corazones”
Hay quien está interesado en que la palabra de Dios no prospere y ronda
buscando hacerla desaparecer de nuestra vida, que no nos inspire, que no se
trasforme en determinaciones firmes.
“en el momento de la prueba fallan”
También vienen momentos malos en que miramos a otro lado y olvidamos
aquella palabra que nos motivó y obramos en su contra.
“con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no
maduran”
Cuando la palabra de Dios no ocupa el primer lugar, otras cosas la
sustituyen y deja de ser la principal inspiración, quedando relegada, sin
fecundar la vida.
“con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan
fruto perseverando”
María guardaba la palabra y nos enseña cómo vivir haciendo de ella
nuestra constante inspiración.
Jesús no se cansa de sembrar su palabra en nuestros corazones: acojámosla con fe para dar el fruto que Dios quiere en cada instante de nuestra vida.