Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu
Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
Las lecturas que hoy nos propone la Iglesia suscitan la importancia de
la transmisión de la palabra del Señor. Con los puntos de oración de hoy, te
propongo que medites y examines tu vida en este sentido. ¿Qué importancia doy a
la palabra de Dios en mi vida? ¿Me enriquezco con ella como debería, y la
transmito?
La primera lectura, del libro del Deuteronomio, nos relata las palabras
de Moisés a su pueblo. Qué gracia más grande tenemos, que nuestro Dios es tan
cercano y misericordioso que nos acompaña siempre. El mismo Dios nos transmite
su palabra (decretos y mandatos) y, a través de Moisés, nos pide que no la
apartemos de nuestro corazón y que la entreguemos a nuestros hijos y nietos.
Como dice el Salmo, “qué privilegiados somos porque con ninguna nación obró
así, ni les dio a conocer sus mandatos”. “Él envía su mensaje a la tierra, y su
palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como
ceniza”. Así es su palabra, cubre todo y repara.
Estamos en Cuaresma, y es un tiempo de entrega, y propicio para hacer
obras de misericordia. El apostolado es también un acto de entrega y
misericordia. Venzámonos a nosotros mismos y entreguemos a los que nos rodean
nuestro mayor don, la palabra del Señor, que es el mismo Dios presente en su
palabra y a través de nuestro testimonio.
Para acabar puedes pedirle a la Virgen María que te ayude a ser buen testigo de la palabra de Dios y a proclamarla con humildad, como ella lo hacía. Madre de la Cuaresma, ayúdanos a ser humildes y a vivir este tiempo de preparación para la Pascua de tu Hijo.