En esta fiesta de la Anunciación del Señor. El Señor nos pone ante
nosotros el signo de su grande y misericordioso amor. Y ese signo que tanto
pedían y pedimos a veces, es el Señor. Él es el signo que contiene en sí todo
el amor de Dios y los designios para nosotros. Por eso dice él mismo: Aquí
estoy, Señor, para hacer tu voluntad… Entonces yo dije: «He aquí que vengo -
pues así está escrito … para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad».
Así, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado
su gloria. «He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».
Pidamos al Señor que se cumpla su voluntad en nosotros, que le dejemos
cumplirla en nosotros. Pidamos la intercesión y confiemos en la ayuda y
poderosa protección de nuestra Madre.
El signo de Dios es el amor. Un amor de entrega, un amor de donación
total que nos da ejemplo de piedad y misericordia.
Toma Virgen pura nuestros corazones, no nos abandones jamás. Feliz oración.