José, el hombre que confía en Dios, en María.
José, el hombre a quien Dios confía al Hijo. En quien María confía.
Hemos de dejarnos iluminar hoy para redescubrir a San José.
¿Qué descubrir? Que es padre de corazón, padre amado, padre en
la ternura, padre en la obediencia, padre en la sombra.
¡Un retrato y un proyecto para los padres especialmente y para cada uno
de nosotros!
Sin aislarlo de la persona de María y de la persona de
Jesús. Escogido por Dios para la más delicada misión: cuidar de sus
tesoros, Jesús y María. También cuidará de ti, no lo dudes.
La suya es una labor callada. José, un hombre de
silencios.
Hay en él una doble confianza: en Dios, en María.
Pero una sorprendente realidad: Dios confía en él.
Hemos de vernos cercanos a él, a ellos en sus alegrías y en sus
padecimientos, en situaciones tantas veces desconcertantes por el obrar del
Señor. Pero ellos están siempre seguros de Él.
Desde el momento en el que son desposados, José pertenecía a María y
María a José. Se aman. Cada uno de ellos es para el otro una presencia del Dios
que ama, una invitación a hacerse ofrenda.
José, en su aceptación de lo que Dios va haciendo, se hace inmensamente
grande.
Con San José hemos de reconocer que cuanto más grandes son las obras de
Dios, más insiste en la modestia de las cosas y de las personas que han de
realizarlas.
Él es un protagonista valiente y fuerte. En él vemos que Dios puede
actuar a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra
debilidad.
La prueba compartida acrecienta el cariño. María se sabe protegida por
José y ambos se sienten felices porque son dos para superar la prueba.
Hay un profundo abandono en la Providencia.
Dios invisible presente. ¿Lo veo así yo en mi vida?
Todos podemos encontrar en San José —el hombre que pasa desapercibido—
un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de
dificultad.
Contemplar a San José, a María, a Jesús, tiene que llenarnos de paz y de gozo, de esperanza y fortaleza. En estos tiempos difíciles de confusión social, de desastres naturales, de olvido y rechazo de Dios, ¡nada más gratificante y emocionante que mirarlos y aprender de ellos!