Qué claro es hoy el Señor, y qué vueltas le damos nosotros a las cosas.
Pedid y se os dará.
Muchas veces caemos en la tentación de pensar que la oración es inútil,
inservible y que simplemente no llega a ningún lado. Pero hoy el Señor nos
grita y no dice PEDID a mi padre.
La oración de petición es un signo de amor hacia nuestro padre. Porque
implica confiar en Él. Confianza plena en que lo que anhelo y deseo con el
corazón, si así se lo pido, se me regalará.
Cómo un padre al que un hijo le pide con una mirada limpia y un deseo
puro algo, se va a desvivir por dárselo.
Con esta claridad el Señor hoy nos vuelve a recordar que está necesitado
de nuestras peticiones.
De nuestros deseos, de nuestra sed.
El señor tiene sed de nuestra sed.
Que hoy en este día que empieza cuidemos nuestra oración de petición.
Cómo la hacemos, cuál es la disposición de nuestro corazón para hacerla.
Preguntarnos si buscamos realmente la voluntad de Dios o la nuestra. Si
confiamos en lo que pedimos o meramente lo hacemos pues bueno, por si acaso ayuda.
Te pedimos, Señor, confiar plenamente en el regalo de la oración, que
seamos conscientes del poder que tiene y por ello no dejemos nunca de pedir
como tú anhelas que lo hagamos.
Te pedimos Señor, que todo sea verdad. Nuestro anhelo de amarte con nuestra oración sea verdad. Que nuestras peticiones sean verdad.
