“La oración nos ayuda a descubrir el rostro amoroso de Dios que, a pesar
de las dificultades y sufrimientos, nunca nos abandona” (san Juan Pablo II)
Hay que saber discernir las situaciones: es decir, lo que viene de Dios
y lo que viene del maligno que siempre trata de engañar, de hacernos elegir un
camino equivocado. El cristiano no puede estar tranquilo con que todo vaya
bien, debe discernir las cosas y mirar bien de dónde viene y cuál es su raíz.
¡SEÑOR!, a veces siento que en mi corazón hay malos sentimientos que se
apoderan de mí y me amargan la vida. Y, aún, peor, hacen que yo amargue la vida
de los demás. Jesús, te lo suplico, sana con tu Amor mi corazón. Porque quiero
estar contigo y deseo ayudarte a construir tu Reino.
“¡Ojalá!
escuchéis hoy la voz del Señor: no endurezcáis vuestro corazón” (Salmo 94,
7d-8ª)
Es necesario estar dispuestos a “perder la propia vida entregándola a
fin de que todos los hombres se salven: así, nos encontraremos en la felicidad
eterna. El camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad, ¡no lo olvidéis!
El camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad. Habrá siempre una cruz en
medio, pruebas, pero la final nos lleva siempre a la felicidad.
Señor, todos los días, en los más pequeños detalles, nos haces elegir
entre salvar nuestra vida actuando caprichosamente o perderla siendo generosos.
Jesús, dame sabiduría para escoger siempre tu camino.
Estamos viviendo el tiempo de Cuaresma un tiempo de oración, penitencia
y limosna.
Cuarenta días hasta la Pascua.
Un tiempo de conversión.
Abandono a la misericordia.
Rezar con mayor devoción.
Ejercicios de piedad y ayudar a los demás
Sacrificaos en bien de mi alma
María me lleva a Jesús.
Ayuno de cosas.
“No importa cuánto hacemos, sino cuánto amor ponemos en lo que hacemos”
(Santa Teresa de Calcuta)
Nuestra generación también pide nuevos signos a Jesús. Y Él nos repite
que “no se le dará más signo que el signo de Jonás” porque Jesús, el SIGNO
VERDADERO, que derrotó a la muerte con el SIGNO DE LA CRUZ, es “más que Jonás”
porque es LA VIDA, Y VIDA ETERNA.
Le pedimos a San José nos dé fe, esperanza y caridad para
vivir con Jesús el tiempo que nos queda de Cuaresma y vivir la Semana Santa y
el gozo de la Pascua
San José esposo de la Virgen, custodio del Señor llevamos y por María a Dios.