Con el tiempo de la cuaresma ya avanzado, el evangelio de hoy puede ser
un buen termómetro de cómo vamos recorriendo este camino. El Papa nos invitaba
en su mensaje de este año a dejar que la palabra de Dios nos fuera
transformando y hoy parece que Jesús nos da el alto y nos dice: ¡control cuaresmal!
Tranquilidad: no hace falta soplar.
En primer lugar, hay que ver si las intenciones con que comenzamos el
miércoles de ceniza se han mantenido o se han esfumado. Oración, ayuno,
limosna. Tres herramientas, tres despertadores, tres ayudas para este camino de
conversión. ¿Mantengo estas prácticas o se me ha ido olvidando que estoy
preparando la Pascua del Señor? Quizá sea el momento de retomarlas con fuerzas
renovadas.
Pero quizá siento que estoy haciendo “una buena cuaresma”, me mantengo fiel a los propósitos iniciales y me siento en paz, con ganas de seguir al Señor y de convertirme. Entonces es muy pertinente la advertencia de Jesús en el evangelio. Que el demonio no eche todo eso a perder tentándote con la soberbia. Reconoce los pasos que vas dando como un regalo del Señor y pide humildad para seguir caminando por sus sendas, reconociendo tu fragilidad y que, apoyado en tus fuerzas, nada te garantiza seguir acertando. Abandónate una vez más en su amor, para que sea él quien culmine este camino interior en ti. Que sea su obra y no la tuya.