Las lecturas de mañana son una invitación a esponjar el corazón. De esta anchura de alma, de la fortaleza que recibiremos, vendrá la buena disposición para llevar, junto a Jesús, la cruz de cada día.
Así, la primera lectura nos invita a la alegría, el júbilo y el sentirse amado. Pero, ¿Cuándo podremos decir esto de manera ABSOLUTA, si no es en el Cielo? Entonces sí que encaja la expresión “El Señor ha cancelado mi condena”. Y la sombra de perder esa felicidad ya no será obstáculo. Bebamos pues en la fuente de La Eternidad. Así nuestro organismo espiritual estará regado por la alegría, por la presencia de Dios que no se evade. Dejemos al corazón que escuche, en el sosiego de la oración; no temas, no desfallezcan tus fuerzas,
El Señor tu Dios está en medio de ti.
El Salmo nos invita a ser conscientes de lo poco que devolvemos al Señor en comparación a lo que nos regala. Por eso, el pedir clemencia, perdón y llorar nuestros pecados “ablanda” el corazón de Dios. Y a nosotros se nos va haciendo, al reconocer nuestra nada, el corazón más de carne, nos acerca más al otro (imagen de Dios).
¿Cómo cantaré al Señor un canto grande? dice la canción. Pidamos la gracia que nada ni nadie nos impida dar este testimonio de alabanza.
Añadir comentarios a la 2ª lectura me parece estropearla. En la oración dejemos que sus palabras nos calen hasta los huesos. Vamos a hacernos posibles preguntas al hilo de esta lectura:
¿Qué me quita la alegría?
¿Tengo mesura y ésta la conocen los demás? ¿O a veces intento dar la nota?
¿Qué me impide sentir al Señor cerca?: preocupaciones, músicas, obsesiones…
¿Realmente confío tanto en Dios que le pido cosas con motivo de…todo?
¿Qué empaña la paz de Dios en el pensamiento y en mí corazón?
Si el amor verdadero es Dios, si Jesús está en el Padre y si el Espíritu (amor de los tres) se nos regala…ya nos tocó la lotería. Avivemos y vivamos en esta presencia de “Tú (vosotros) en mí y yo en Ti (vosotros)” ¿queremos paz, gozo, amor, fuerza? Aquí están.
Vayamos y bebamos.
El Evangelio, con Juan Bautista invitando a preparar los caminos del Señor, nos hace ver por las reacciones de los oyentes, que no dejaba indiferente. Esforcémonos en no ser sordos a la llamada de este evangelio; ser generosos, vivir con mesura, no aprovecharse de las circunstancias haciendo mal a otros y tener paciencia como la tiene el Padre del Cielo con todos nosotros.
Cuando con nuestra vida ó palabras provoquemos esa reacción que haga preguntarse ¿realmente tú posees la felicidad? . Ahí tenemos el ejemplo de Juan diciendo;” mira, yo descubrí a Jesús, intento imitarle pero realmente la fuente de mi fuerza y alegría es Él.”
Por último, ¿Cómo podríamos hablar en nuestro entorno de esa referencia escatológica?
(El Señor es quien juzga al final y todo aquello que es paja y no grano arderá sin apagarse) Para nosotros desde luego es una invitación amorosa, positiva a estar alerta a esperar activamente a Nuestro hermano Jesús que venga a llevarnos junto a Él.
Hasta ese momento tengamos el corazón cubierto de sentimientos de alegría y sobre todo de amor hacia Dios.