“El Señor vendrá y nos salvará y con él todos sus santos; aquel día brillará una gran luz”
Éste es el telegrama con el que empieza hoy la misa. Pero podía ser el de cualquier día de estos de Adviento que estamos viviendo muy cerquita de la Virgen grávida, ponderando en su corazón tan magno acontecimiento: Dios se ha encarnado en su seno para salvar a los hombres. Cada vez que me acerco a esta joven contemplándola en este tiempo, me quedo más admirado adorando este misterio que no puedo abarcar y me quedo en mi pequeñez adorando, ofreciendo y dando gracias.
Son telegramas para prepararnos que ya llega, hay que preparar la Venida, limpiar nuestras culpas, enderezar lo torcido, allanar los caminos, vivir la alegría de esta tercera semana a la que nos invitan las lecturas ¡Gaudete! Que el Señor llega pronto y nos trae vida eterna, ni más ni menos. No hay nadie que haya ofrecido tanto y a tan bajo precio.
Podemos fijarnos para este día dos cosas: LA ALEGRÍA Y LA ESPERANZA creo que son el hilo conductor de la semana y una forma de prepararnos.
LA ALEGRÍA: San Pablo nos lo repite: “Alegraos siempre en el Señor. De nuevo os lo repito: Alegraos”. Sea la alegría la tónica de nuestra vida, de mi vida. Que nos pase lo que aquel que u n lunes le preguntaban en el trabajo:””No sé por qué estás alegre un lunes por la mañana” y respondía: Porque tomo una pastilla especial.
Contemplar a la Virgen en estos días nos contagia esa alegría de la que nos habla en el “Magníficat”: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se ALEGRA mi espíritu en Dios mi Salvador” ¡Cómo estaría al darse cuenta de lo llevaba dentro! “Desbordo de gozo con el Señor”
Esta alegría que nace en quien hace la voluntad de Dios, quien vive en momento presente, que no juega con la vida espiritual, cumple sus compromisos, el primero el del deber, estudiando, trabajando, ayudando, dejando las cosas mejor que las encuentro,… como dice San Juan de la Cruz que esta alegría sale del amor y los efectos de la Caridad, que no estima sus cosas, ni las procura, ni piensa mal sino de sí y de sí ningún bien piensa, sino de los demás”.
Pongamos los ojos en Él oculto en el seno de la Virgen en estos días: “Porque en el lo tengo dicho y revelado todo y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas” (Sub L II cap22 nºs 3, 4 y 5).
Si para nosotros todo es ganancia, como nos dice San Pablo, tenemos que ser los más alegres, lo tenemos todo. El ciento por uno y la vida eterna.
Si para nosotros todo es ganancia, como nos dice San Pablo, tenemos que ser los más alegres, lo tenemos todo. El ciento por uno y la vida eterna.
LA ESPERANZA: Es una virtud teologal que va unida a la memoria y cuanto más se desposee esta-dice San Juan de la Cruz, tanto más tiene de esperanza y cuanto más de esperanza tiene, tanto más tiene de unión con Dios; porque acerca de Dios, cuanto más espera el alma, tanto más se alcanza. Y entonces espera más cuando se desposee más, y cuando se hubiere desposeído totalmente, quedará con la posesión de Dios (¿no es esto la Navidad?). Es el camino de las nadas o el subir bajando. En lógica estricta parece imposible, pero acompañada de la fe se hace razonable tanto en cuanto el alma se dispone a esta desposesión primero esperando la posesión final. Y este es el camino de los santos el que quiere dar Sanjuán de la Cruz a tantas almas que se ha encontrado estancadas en la vida espiritual y no crecen.
Llevemos de la oración esta alegría y esperanza invocando las deliciosas antífonas en ¡OH¡
¡Oh Sol naciente. Esplendor de la luz eterna y Sol de justicia,Ven a iluminar a los que yacen en sombras de muerte!Ven pronto, Señor, ¡Ven Salvador!