Puntos para la oración 20 diciembre 2009

«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. »

Último domingo del adviento, dentro de cuatro días Navidad. Qué fiesta tan hermosa, Dios que sale al encuentro del hombre. ¿Cuántos serán capaces de captar este misterio? Es ésta la diferencia con las otras grandes religiones, que Dios se hace tan semejante a nosotros, que se hace uno más. Que yo puedo tratar con Él de tú a Tú.

Como nos dice el Evangelio de hoy, salgamos como María a anunciar a Cristo a los hombres. Llevemos la alegría de la Navidad a nuestros ambientes. Nuestros amigos lo necesitan, aunque no nos lo pidan directamente. ¿Cómo hacerlo?, muy sencillo, siguiendo el ejemplo de Jesús que nos dice san Pablo, buscando hacer la voluntad de Dios. No con bellos discursos, que tampoco está de más, sino sobre todo con una vida ejemplar, que busca agradar a Dios y que así es capaz de transmitir de una manera natural el misterio de la Navidad: Dios en el corazón del hombre, cada corazón un pesebre preparado para ser ocupado por Dios niño y su ternura y amor.

Si confiamos, las manos de María depositarán a Jesús en nuestros corazones en esta Navidad.

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