San Francisco Javier solía repetir: «¡Madre de Dios, acuérdate de mí!» (¡Mater Dei, memento mei!)
- “Salimos al encuentro del Señor acompañados por nuestras buenas obras”. La oración del domingo pedía que se avivase en nosotros el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene. Dice la Biblia que Dios es “el que viene”; como queriendo decir que nos busca para desvelar el sentido de nuestra existencia, de nuestra vida. Lo hizo así en la vida del P. Eduardo Laforet cuando de niño (12 años) se preguntaba por el sentido de la vida y lo encontró en buscar la santidad siguiendo las indicaciones de aquel libro de su padre que tanto le impresionó. Así empezó a edificar sobre roca.
- El “más, más y más” de Javier que recuerda el lema olímpico nos habla de las disposiciones propias del adviento y de la campaña de la Inmaculada que estamos viviendo. San Francisco Javier vivió un itinerario apostólico de la confianza (así lo describe uno de sus biógrafos); Dios le fue llevando a la santidad por medio de su vida apasionante. Cada mañana ponemos nuestra vida en las manos de Dios para que Él nos haga vivir según su voluntad. Así entrar en el reino de Dios, el que Jesús inició hace 2000 años y lo prolonga por la vida de la Iglesia, el de los que cumplen la voluntad del Padre que está en el cielo. Que todas mis intenciones, deseos y actividades sean según a Ti te agrada.
- Ser misionero como Javier de la mano de la Inmaculada; para ello sentir que intercede por mí la que dio a luz al Salvador del mundo. “Madre de Dios, acuérdate de mí” repitamos con san Francisco Javier. Vendrán las dificultades, los cansancios,… y no nos separarán del amor de Jesucristo que vino, viene y vendrá. Señor que sepa edificar sobre roca.
- Hacer los coloquios de que nos habla san Ignacio.