17 octubre 2010, domingo de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hoy domingo, Día del Señor, podemos dedicar más tiempo y preparar mejor nuestra oración. El Domingo nos recuerda la Resurrección y la Resurrección nos lleva vida eterna y la vida eterna nos lleva o nos sabe a cielo, donde gozar con los bienaventurados, para siempre. Pero todo eso se va haciendo aquí en el día a día, si yo hago de la oración de la mañana, un trozo de cielo en el trato con el Señor, y la hacemos vida en el cumplimiento de nuestras obligaciones, en el lenguaje por el que Dios nos habla cada día y nos manda sus mensajes nada más que para que nos volvamos a Él, tenga un lugar, contemos con Él.

Si has leído los textos, que nos propone la Iglesia para este vigésimo noveno domingo, no tienen desperdicio y mi comentario sobra.

Pero si te ayuda, creo que una de las ideas centrales es la FE y esta fe se alcanza con la oración y con la gracia. Moisés, con su oración arranca la victoria de los israelitas. Tanto es así que le facilitaban continuara su oración sosteniéndole los brazos Aarón y Jur, uno a cada lado. También Juan Pablo II oraba así ¿Cómo oro yo? ¿Penetra mi oración y llega al corazón de Dios como dardo de fuego?

San Pablo en la segunda lectura también ora ¿Pues cómo puede decirnos sino: “Mira que la Escritura puede darte la sabiduría que por la FE en Cristo Jesús conduce a la salvación. Toda Escritura inspirada por Dios, es útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud: así el hombre de Dios (¿no es hombre de fe?) estará perfectamente equipado para toda obra buena”

¿Cómo podemos aburrirnos en la oración, no sentir nada, abandonarla, cuando es fuente de tanto bien: FE, GRACIA, para la salvación, para enseñar, reprender, corregir, educar en la virtud,…¿No será por nuestra falta de FE?

Dice San Juan de la Cruz, “porque habiendo llegado a lo vivo de Dios, todo lo tiene en poco. Y perdídose al mundo y a sí misma por su Dios y esta pérdida fue su ganancia”. En la oración con Fe, el Señor nos atrae con una fuerza irresistible y corremos hacia ÉL sin querer. “La fe es la sustancia de las cosas que se esperan. Hay una certeza por encima de lo que no se entiende. Pero la FE interpela a la inteligencia ya que descubre al hombre la verdad sobre su destino y el camino para alcanzarlo y aunque la verdad revelada supera nuestro entendimiento, da una fuerza para adherirse a ella.

“La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida. El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre y la vocación del hombre es la comunión con Dios, invitado al diálogo con Dios-la oración-, creado por amor, no vive plenamente según la verdad, sino reconoce aquel amor y se entrega a su creador”(G.S. 19,1).Si el hombre puede olvidarse de Dios, incluso ignorarle, Dios no cesa de buscar al hombre y llamarle para que sea feliz y encuentre la dicha.

El Evangelio con el pasaje del juez inicuo a quien importunaba la viuda, es el ejemplo que nos pone Jesús para ver que si el injusto atiende a la viuda para que no le fastidie más, ¿Qué no hará Dios Padre si le importunamos con nuestra oración llena de FE.?

Pero si aún no te mueve a la oración los textos, la reflexión sobre la fe, te dejo con el Salmo

“Levanto mis ojos a los montes;

¿de dónde me viene el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

Que hizo el cielo y la tierra.

El Señor te guarda a su sombra

Está a tu derecha,

De día el sol no te hará daño

Ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,

El guarda tu alma.”

Señor, guárdanos como a la niña de tus ojos;

a la sombra de tus alas escóndenos!

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