9 octubre 2010, sábado de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración:

“María se convirtió en madre de Jesús al aceptar el mensaje divino”, es decir, por la fe y la obediencia primeramente; de suerte que es más dichosa por escuchar y cumplir la palabra de Dios que incluso por ser la madre biológica de Cristo, como subrayó San Agustín (cf. LG 56).

“El breve episodio evangélico de este día rezuma el sabor del pueblo sencillo que, entusiasmado por la figura de Jesús, se expresa espontáneamente por boca de una mujer: “¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!” A través de Cristo, el piropo se dirige a María, su madre bendita, que debe sentirse orgullosa de tal hijo. Y el Señor acepta complacido, pero añade una puntualización: “Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!” (B. Caballero).

Con estas palabras tenemos una nueva bienaventuranza de Jesús, la de la palabra, que en su intención primera tiene un destinatario universal, pero que no todos conocen y menos viven… Hoy es un buen día para que nos preguntemos: ¿Qué lugar ocupa la Palabra de Dios en nuestra vida…? ¿Qué importancia le damos? ¿Hasta que punto es parte de nuestras jornadas y en qué medida es vehículo para el encuentro con Dios…?

Querría en primer lugar recordaros una realidad poco conocida, en cuanto a los beneficios que conlleva la lectura asidua de la Palabra de Dios. Podemos leer en el Manual de Indulgencias, Editado por la Penitenciaría Apostólica, en su página 64: “Se concede indulgencia parcial al fiel cristiano que lea la sagrada Escritura con la veneración debida a la palabra divina y a manera de lectura espiritual. La indulgencia será plenaria si lo hace por espacio de media hora por lo menos.” Ya solamente este detalle debería motivarnos en gran manera para que todos los días nos acercáramos al texto sagrado. No entro aquí a analizar lo que supone una indulgencia plenaria, lo cual dejo a vuestra consideración.

¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!” Señalo solo tres razones por las que la Palabra de Dios hace dichosos a quien la escuchan, o la leen y sobre todo la cumplen…

1. Porque tiene poder para cambiar una vida entregada al pecado.

  • La Sagrada Escritura nos muestra que algunas personas que estaban entregadas al pecado, dejaron de estarlo. Por ejemplo en 1 Corintios 6:9-11 podemos ver como la Palabra de Dios tuvo poder para cambiar las vidas de estas personas que el apóstol Pablo menciona. El verso 11 dice “esto erais” lo cual indica que ya no lo son. Estas personas habían recibido un cambio de vida, un cambio de mente, un cambio de parecer. Pero, ¿Quién hizo esto? La respuesta es simple, ellos dejaron que la Palabra de Dios trabajara en sus vidas, aceptando y obedeciendo el Evangelio de Cristo, el cual tiene el poder de Dios para salvar las vidas de todos lo que están entregados al pecado (Romanos 1:16).

2. Porque nos prepara para toda obra buena.

  • En 2 Timoteo 3:17 el apóstol Pablo dice “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” La Biblia puede preparar a las personas para ser:
    • (1) Mejores jóvenes (1 Timoteo 4,12),
    • (2) Mejores esposos (Efesios 5,25-33),
    • (3) Mejores esposas (Efesios 5,22-24, 33),
    • (4) Mejores padres y madres (Efesios 6,3-4; Proverbios 22,6; Deuteronomio 6,4-6),
    • (5) Mejores empleados (Efesios 6,5ss),
    • (6) Mejores ejemplos (1 Timoteo 4,12; Mateo 5,16).

3. Porque puede salvar nuestras almas.

  • La Palabra de Dios tiene poder para salvar nuestras almas. Esto fue exactamente lo que Santiago escribió en Santiago 1:21 “Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas.” Notemos lo que dice el texto, la palabra implantada que es poderosa para salvar nuestras almas.
  • También el apóstol Pablo dice en 2 Timoteo 3:15 las siguientes palabras “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.” La Palabra de Dios puede darnos sabiduría para alcanzar la salvación. Ella es la que nos muestra el camino a la salvación, y este camino es Cristo (Juan 14:6).

Hoy te bendecimos, Padre, por María, la madre de Jesús.

Ella fue la madre bendita y virginal de su propio Señor;

pero fue dichosa, ante todo, porque en el silencio

de su fe atenta escuchó tu mensaje y tu designio

y te respondió: “Sí”, inaugurando un mundo de bendición.

Gracias, Señor, por la ternura maternal de María.

Ella fue la primera cristiana y discípula de Jesús;

por eso su figura tiene valor universal y permanente.

Con Jesús, ella es modelo de nuestra opción por el Reino.

Enséñanos, Señor, a rezar con María, madre de la Iglesia:

Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Amén.

(B. Caballero)

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