Providencialmente, al mismo tiempo que me dispongo a escribir estas sugerencias para orar con el evangelio del día, suenan las voces y las guitarras de la misa de 12 de la parroquia disponiéndose a cantar el Padrenuestro. Me emociona pensar en cuantas personas en esa eucaristía se disponen a rezar, y en cuantas personas en el mundo entero rezan el padrenuestro, la oración del Señor, la oración dominical.
Ni siempre somos conscientes de la universalidad de nuestra fe, de la comunión en la fe, la oración y la liturgia que nos une a los creyentes de todo el mundo. Millones de personas en este día invocarán a Dios como Padre.
Cuando hoy digas “Padre” quizás en la tranquilidad de una iglesia o en el silencio de tu casa piensa que:
- Dirán “Padre” e invocarán su nombre los sacerdotes y las personas consagradas en su oración liturgia.
- Dirán “Padre” muchos cristianos que, por invocar ese nombre, pueden ser perseguidos o asesinados.
- Dirán “Padre” personas desde el lecho del dolor, desde la soledad y la incomprensión
- Dirán “Padre” los misioneros y catequistas, enseñando a otros a vivir como cristianos
- Dirán “Padre” muchos niños que lo pronuncian por primera vez en su oración.
- Dirán “Padre” soldados en medio de tantas guerras y los presos en la dificultad de su situación.
- Dirán “Padre” después de muchos años, personas alejadas que quieren volver a casa y recuerdan aquella oración que un día aprendieron.
Por eso, cuando hoy tú digas Padre, hazlo en comunión con todas estas personas, y recuerda que con ellas dices “nuestro”. Todos ellos son nuestros hermanos, y ellos en su dificultad, lo pronuncian también en nuestro nombre.
Con todos los cristianos del mundo santifica a Dios invocando su nombre, haz que en este día el nombre de Dios sea más amado, únete a los misioneros que necesitan suplicar cada día que Venga el Reino de Dios allá donde nadie le conoce; di con verdad hoy que se cumpla su voluntad y búscala con insistencia pues otros muchos, por cumplir la voluntad de Dios, lo dejan todo y arriesgan su vida.
No pidas el pan de cada día con la mediocridad de quien lo tiene todo y no es capaz de entender como para otros, esa petición, supone una búsqueda real de comida, de trabajo de cariño.
Reconoce que un día Dios Padre te regaló su perdón, pero que cada día necesitas acogerte a su misericordia y saber ser portador de misericordia
Suplica la fuerza de Dios consciente de que sin ella no podemos vivir.
Y lucha hoy por alejar todo mal de tu vida, de tu corazón, sabiendo que con ello contribuyes a que este mundo sea más limpio y sincero.
Un día, si Dios lo permite, quizás tengas que rezar el Padre nuestro en la misión, en el dolor, en la inseguridad, en el desamparo o la soledad… quizás te acordaras de tantas veces que los has rezado y te sentirás sostenido por todos aquellos que rezan cada día en la comunión de fe y de oración. Como tu hoy.