22 octubre 2010, viernes de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Santa Teresa de Jesús así define la oración: “la oración es tratar de amistad, estando a solas con Quien sabemos nos ama”.

Para llegar a esta situación de diálogo íntimo entre dos personas amigas, que se aman, es necesario el silencio para iniciar un diálogo fecundo y comunicarse los sentimientos y los deseos más íntimos del corazón.

El texto que nos propone hoy la liturgia antes de iniciar el Evangelio es el siguiente: “Bendito seas, Padre, Señor del cielo y tierra, porque has revelado los secretos del reino a la gente sencilla”.

Con frecuencia la sabiduría humana, con sus razonamientos rebuscados, dificulta la comprensión de las cosas del cielo, del reino de Dios. Jesús se queja de aquellos que se sienten expertos en los conocimientos de las cosas del mundo pero que muestran una gran ignorancia en descubrir y colaborar en la manifestación del Reino de Dios.

Hay que pedir al Señor en este rato de oración que nos comunique el don de la sencillez. “Si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos.”

Un niño obra por naturaleza con sencillez. Transparenta en sus acciones la rectitud de corazón. No entiende nada de trastienda, de segundas intenciones. No necesita subirse a un pedestal artificial para aparentar, para imponerse a los demás. No conoce la trama oscura que preparan los adultos para el chantaje.

Un niño reconoce sus limitaciones y cuando no puede conseguir una cosa sabe que recurriendo a sus padres lo conseguirá. Un niño no tiene malicia para esconderse detrás de la mentira. Porque es sencillo vive en la verdad.

Con seguridad que el programa que nos propone hoy san Pablo en su carta a los Efesios (4, 1-6) los sencillos, los niños lo viven sin hacer ruido, casi sin darse cuenta. Desde el silencio.

“Hermanos: yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.

Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz…”

Cuando este mandato que nos propone san Pablo lo vivimos, entonces, se hace presente el reino de Dios.

Pidamos a María, la Madre de los pequeños y sencillos que nos sean revelados los secretos del Reino de Dios para hacerlo presente entre las personas con las que convivimos a lo largo de este día.

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