11 febrero 2011, viernes de la V semana de T.O. – Nuestra Señora de Lourdes – Puntos de oración

Mañana, Nuestra Señora de Lourdes. Vamos a trasladarnos ante la gruta de Massabielle para allí, mirando a la Inmaculada, extasiarnos en su contemplación. “Era tan hermosa la Virgen, que al haberla visto uno desea morir para poder verla de nuevo”, confesará santa Bernardette.

Y vamos a extasiarnos dando vueltas en nuestro corazón a las reflexiones que tantas veces hemos oído a nuestro querido P. Morales.

¿Qué supone, qué implica para mí esta visita de la Virgen?

Las apariciones de Lourdes no son más que esto: una nueva presentación del Evangelio eterno en la unión, en la mirada, y sobre todo en el corazón maternal de la Virgen. Primero, una respuesta misericordiosa de Dios a un mundo en rebeldía. Y al mismo tiempo, apariciones de Lourdes, una invitación apremiante a entrar en el mundo de lo sobrenatural, a reformarse, a cambiar de vida, a transformar nuestra existencia confiando en el poder maternal de la Virgen, en la eficacia del Evangelio, es la fuerza de Dios -san Pablo- para los que creen en Él”.

Te apareces dieciocho veces pidiendo santidad conquistadora. Quieres almas que se ofrezcan para que los pecadores se conviertan, la juventud se salve. Tu mensaje es de santidad y conquista por un mundo nuevo”.

La Inmaculada, la pura, la incontaminada, acercándose a un mundo corrompido que quiere salvar. La única esperanza en la noche de paganismo que cubre la tierra”.

Ante esto, me vuelvo hacia ti, Madre, y te suplico:

Te pedimos un milagro, uno de esos milagros que desde hace más de un siglo vienes derramando en Lourdes. ¿Curaciones del cuerpo? Más bien, no; curaciones del alma, sí. Y yo, este enfermo que necesita ser curado”.

Ayúdame. Soy la debilidad andando, caigo mil veces en el camino de la santidad. Ayúdame. Te pido un milagro (...) Esa cascada de curaciones en Lourdes que todavía no ha cesado, me llena de confianza. Quiero entrar por el camino de la santidad, sencilla y alegre como la tuya. Ayúdame; eres la todopoderosa, la omnipotencia suplicante, la Inmaculada Concepción (...) Dame tu poderosa mano para escalar al cielo”.

Y por ello, secundando a Juan Pablo II, nos reafirmamos con el P. Morales en que:

“No es casualidad que el Papa haya escogido para escribirnos esta carta sobre el dolor, Salvifici Doloris, el dolor salvador, precisamente el 11 febrero, Virgen de Lourdes. ¡Ah!, entonces aquí tienes tú la manera principal de ejercer tu sacerdocio bautismal: sufriendo, amando, teniendo paciencia”.

Amar, sufrir, y siempre sonreír.

Señor, imploramos tu misericordia, para que cuantos nos gozamos en la festividad de María, siempre Virgen, nos entreguemos como ella al servicio de tu plan de salvación sobre los hombres” (Oración Misa).

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