Hoy celebra la Iglesia la fiesta de “La Cátedra del apóstol san Pedro”
El Salmo 22 nos introduce en este ambiente de intimidad, confianza, esperanza y fortaleza.
“El Señor es mi pastor, nada me falta:
En verdes pradera me hace recostar;
Me conduce hacia fuentes tranquilas
Y repara mis fuerzas…
Aunque camine por cañadas oscuras,
Nada temo, porque tú vas conmigo:
Tu vara y tu cayado me sosiegan.”
Lo hemos oído muchas veces. Pero a lo mejor hoy penetra con más fuerza en mi interior por primera vez.
El evangelio de hoy quiere que actualicemos un diálogo directo con Cristo. Ante la pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?
Ellos contestaron: “Unos que Juan Bautista, otros Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la Palabra y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios Vivo”.
¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
“Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esa piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará”…
Y ahora el Señor me puede preguntar a mí. ¿Quién soy yo para ti?
Quizás no pueda contestar con esa firmeza de Pedro, pero lo que sí puedo decir a Jesús, que desde que le he encontrado, tengo mayores deseos de conocerle más. Que le quiero seguir y dar gracias porque se ha fijado en mí sin que yo lo merezca. Voy descubriendo, que él me ha llamado, y a medida que pasa el tempo descubro la bondad de ese Pastor que refleja el salmo 22.
Me ha elegido para una misión que me desborda, como a Pedro. No me ha elegido por mis cualidades, sino porque él lo ha querido y me dará todas las gracias para la misión que me ha encomendado. Me dará la fortaleza necesaria como a Pedro de confesar mi fe en Él, el resto corre por la cuenta del Señor.
Pidamos hoy de manera especial por nuestro Papa Benedicto XVI que tanto bien está haciendo a la Iglesia. Es fiel a la misión que el Señor le ha encomendado. Y tendrá la fuerza necesaria para que el poder del infierno en sus múltiples manifestaciones del mal, encarnada en cada hombre, sea incapaz de derrotar a la Iglesia.
Santa María, da luz y fortaleza cada día a Benedicto XVI para que siga al frente de la Iglesia como el Buen Pastor.
Ayúdame a mí para ser fiel testigo a la llamada del Señor.