13 febrero 2011, domingo de la sexta semana de Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Puntos de oración

Al preparar la oración del día siguiente (en este caso domingo): vamos calentando el corazón: aunque no se nos quede idea alguna. Pues son los actos los que influyen en las ideas como nos recordara el P. Morales.

Otro momento decisivo es el inicio del mismo tiempo de la oración: pidiendo ayuda al Espíritu Santo para que nos alcance gracia para desconectar de todo lo que no se refiera al Señor. Y que si nos despistamos ó aburrimos, no nos cansemos de volver a empezar.

En todo caso acudir a Santa María para que, también en este ratito, nos abandonemos y no queramos tanto que se haga nuestra voluntad como la del Señor sobre nuestro corazón.

Entramos pues con la ayuda de su gracia a meditar

DE LA SEGUNDA LECTURA RESUMO

Sabiduría del mundo (Eficacia buscada por sí misma, poder, falsedad, consumismo...): prototipo del dominio del mundo y de su “estandarte”: < los poderosos > (y como prueba de que se contrapone a la bandera de Cristo es que crucificaron al mismo Señor de la Gloria)

Sabiduría divina: aunque misteriosa y escondida, sin embargo es predestinada por Dios para nuestra gloria; ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que le aman. Pues es el mismo Espíritu que conoce las profundidades de Dios, quien nos lo ha revelado.

Pidamos ser elegidos y agraciados con el don de saber apuntarnos al bando del Señor. Para que la cruz de seguir los caminos del evangelio se nos hagan nada en comparación con el amor y la presencia del Señor que se nos regalará en Gloria.

EL EVANGELIO ME SUGIERE

Valorar las cosas pequeñas. Sin caer en el escrúpulo ni ser “tikis mikis” con los que convivimos. Parece que Jesús invita más a una actitud del corazón (mirando hacia “arriba”) que hace ser delicado y honesto con lo que parece menos importante. Recordad el pasaje de la multiplicación de los panes; y cómo insistió en que no se tirase nada. Todo lo recibimos. Es como si nos dijese “no seáis desconsiderados con mi Padre” que todo os lo da.

La otra actitud es esa mirada alrededor nuestro: aquí están por ejemplo, la multitud de cositas en que nadie nos ve pero con repercusión sin duda para QUIEN SÍ QUE NOS VE.

¡Qué más da hacer lo grande ó pequeño si nace del mismo corazón que desea agradar a Dios! ¿Cómo admitir entonces la chapuza porque sea una cosita en apariencia pequeña?

Fijémonos en Jesús acariciando una espiga y elevando el corazón al Padre. Y pidamos ese cambio del corazón para no clasificar las cosas en “simples ó importantes”.

Si algún hermano tiene queja contra ti. Deja tu ofrenda que llevabas al altar y antes reconcíliate con tu hermano. Jesús nos invita a hacer esa unidad de vida, de corazón. Y esto agrada a Dios. Ya que Él se hizo ofrenda para reparar nuestro pecado y reconciliarnos con el Padre, nos puede auxiliar cuando estamos sin fuerzas para vivir como Él nos manda (querer al otro cuando no tengo ganas o el miedo o el rencor me paralizan).

Ese amar al otro, antepuesto al llevar la ofrenda ante el altar, nos hace andar en verdad con nuestro propio corazón, con el Señor y ante los demás. Escuece pero es muy sano. El corte de ramas podridas en los árboles, normalmente genera que broten muchas nuevas y sanas.

Es en el regazo de Sta. María donde conseguiremos la gracia para vivir éste evangelio y con la ayuda de San José.

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