8 febrero 2011, miércoles de la quinta semana Tiempo Ordinario – Puntos de oración

  • Comenzamos hoy nuestro rato de oración a la luz del Evangelio, haciéndonos algunas preguntas que pueden servirnos como pauta inicial de diálogo con el Señor:
    • ¿Soy yo de los que buscan comprender mejor...?
    • ¿Tengo “oídos para escuchar” lo más íntimo y personal de las palabras del Señor…?
    • ¿Me retiro a la soledad del corazón para preguntar...?
    • ¿Me encuentro falto de inteligencia...?
  • Palabras como “puro” o “impuro” quizás hoy no nos dicen mucho, y menos en relación con la comida, no son para nosotros ni norma, ni ley, como lo fueron en su tiempo para el pueblo de Israel. Pero no obstante tenemos necesidad de ellas para esclarecer nuestra situación interior y nuestra relación con Dios y con los demás…
  • Jesús incide en una pureza que va más allá de lo meramente material y que nos habla de intenciones.., de deseos.., de pensamientos… Son estos los que muestran por defuera lo que es el hombre realmente por dentro…
  • El ámbito de lo interior, es un ámbito reservado al sujeto o al individuo, pero no obstante, tarde o temprano se conoce el interior de una persona por sus acciones exteriores…, por sus manifestaciones concretas.
  • El P. Tomás Morales, S.J. en uno de sus escritos, nos dejó una invitación a vivir la rectitud y la pureza de intención.
    • El dice que son dos peldaños para la unión con Dios:
      • Primer peldaño, el inicial: la rectitud de intención. Es decir: dirección recta a Dios.
      • Segundo peldaño, más perfecto: pureza de intención. Hacer solo por Dios, excluyendo el amor propio (vanidad, comodidad, sentimentalismo).
    • ¿Qué se pretende con ellos?
      • Contentarle únicamente a Él en perfecto y continuo olvido de sí mismo.
    • ¿Cómo conseguirlo?
      • Es un proceso lento.
      • Requiere desaparecer a mi vida natural para que se manifieste la sobrenatural de Cristo.
      • También hay que pedir a Dios que se nos conceda descubrir el fin de la vida que se nos está regalando a cada instante.
    • Esta rectitud y pureza de intención en nuestras acciones:
      • Convierte al cristiano en hostia de alabanza, que se eleva en medio del estrépito de pasiones que agitan el mundo.
      • Su vida fiel al bautismo, se hace himno incesante de puro amor a la gloria de la Trinidad.
      • Solo entonces tiene un ideal: vivir de amor para morir de amor y eternizarse en Dios en el amor.
        • El evangelio se lo enseña: la santidad es amor.
        • No penitencias, austeridades, éxtasis, ni siquiera el martirio si no lo anima el amor.
        • Aquí está el secreto de S. Teresita, “la mayor santa de los tiempos modernos” (S. Pío X). Ella alcanzó santidad sublime porque dentro de la Iglesia quiso ser el amor. Siguió el ejemplo de la Familia de Nazaret: la vida más divina bajo las apariencias más vulgares. La grandeza de una vida y de una muerte se miden por el amor. “En el atardecer de la vida seremos juzgados sobre el amor”.

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