Al empezar la oración: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)
Petición: por la fidelidad y la unidad en todas las familias. Por los matrimonios que pasan dificultades. Por las personas consagradas que pasan por pruebas en su vocación para que se mantengan fieles al Señor. Por mis compañeros de trabajo para que se vayan acercando a Dios.
Meditación: Jesús nos habla de la fidelidad. En el matrimonio y la podemos extender, de acuerdo con la primera lectura del Eclesiástico a la amistad. Dice la lectura que el que teme a Dios, alcanza el don de un verdadero amigo. Los que me rodean quieren que mi amistad con ellos sea verdadera amistad, basada en la fidelidad a Cristo. Amistad para llevar a muchos a la casa del Padre con mi testimonio sencillo y dócil al Espíritu Santo. En mi trabajo, en los ratos de ocio, en mi familia, en el vecindario. Seamos fieles y contagiaremos esa fidelidad que tanto necesitan nuestros hermanos. Para eso que nos mantengamos muy unidos a Jesús que se ofrece al Padre continuamente por nosotros.
Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría a la Virgen e invocación: “Santa María, que seamos todos uno en tu Corazón Inmaculado”
Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.