Un anticipo de la Resurrección
Si cada día pedimos a María que nos acompañe en nuestro caminar hacia Dios en la vida de oración, hoy sábado lo hacemos de una forma especial. Con Ella nos resultará más fácil acercarnos al monte de la transfiguración para contemplar el rostro transfigurado de Cristo.
Los discípulos estaban sumidos en el desaliento y en la confusión porque Cristo les había anunciado su pasión y muerte. No nos resulta difícil identificarnos con el estado anímico de estos apóstoles porque también nosotros nos encontramos muchas veces sumidos en situaciones similares, apesadumbrados y desolados.
Por eso mismo necesitamos ver a Jesús, experimentar lo bien que se está con Él para luego poder soportar y entender las pruebas de la vida.
De hecho Cristo elige a Pedro, Santiago y Juan para este acontecimiento porque luego serán también ellos los que le acompañen en la agonía de Getsemaní.
Para una mejor comprensión de la anunciada pasión y muerte del Mesías, les muestra un anticipo de la gloria de la Resurrección, también predicha.
En esta teofanía encontramos los recursos propios de la tradición del antiguo testamento:
1. La subida a la montaña, como lugar de la presencia de Dios
2. Luz irradiando en el rostro transfigurado de Cristo
3. Color blanco de sus vestidos
4. Jesús en medio de Moisés y Elías, representantes de la ley y los profetas
5. Nube que los envuelve a todos
6. La voz del Padre que habla desde la nube: Este es mi hijo amado, escuchadlo
Todos estos elementos se pueden, y se debieran dar en nuestra oración de cada día, y en concreto en la de hoy. Es verdad que no de la misma forma, pero sí con los mismos efectos en el alma:
a. Nuestra montaña es la presencia de Dios (Capilla, habitación, tren…..)
b. El rostro de Jesús siempre está iluminado en la Eucaristía
c. La gracias y el amor de Dios nos envuelven en su blancura
d. No estamos desligados de nuestros padres antiguos, seguimos el camino de la salvación que ya comenzó desde el principio
e. La predilección de Dios por el hombre nos acompaña en todo momento
f. El Señor nos invita personalmente a que nos fijemos en el Hijo y escuchemos su mensaje de vida y esperanza.
Que la oración de hoy sea una verdadera transfiguración de Cristo para cada uno de nosotros.
Al bajar del monte, al salir de este rato de intimidad, habrán desaparecido todos los miedos y preocupaciones.
María, danos un corazón capaz de captar esta presencia de Dios que nos transforma. Amén.