25 febrero 2011, sábado de la séptima semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Como Preámbulo nos ayudará esta cita de la Exhortación Apostólica Verbum Domini, del Papa Benedicto XVI: “Quien conoce la Palabra divina conoce también plenamente el sentido de cada criatura. En efecto, si todas las cosas “se mantienen” en Aquel que es “anterior a todo” (Col 1,17), quien construye la propia vida sobre su Palabra edifica verdaderamente de manera sólida y duradera. La Palabra de Dios nos impulsa a cambiar nuestro concepto de realismo: realista es quien reconoce en el Verbo de Dios el fundamento de todo” (nº10).

Primera Lectura:

Estas líneas son como un eco del libro del Génesis, una meditación de sus primeros capítulos, en concreto la creación del hombre. Es un himno de alabanza a Dios. El hombre es obra de Dios, imagen de Dios con la facultad de dominar la tierra y todo ser viviente. De Dios ha recibido boca, lengua, ojos, oídos, inteligencia: para que sepa alabar a Dios y reconocer su presencia. Ha recibido de Dios también algo mucho más profundo: la alianza y una «ley que da vida». De esta ley destaca el sabio dos direcciones fundamentales: una referente al mismo Dios (que eviten la idolatría) y otra «acerca del prójimo».

En definitiva, es una visión optimista del hombre. Su grandeza en la creación y a la vez su dependencia de Dios, porque «sus caminos están siempre en la presencia de Dios y no se ocultan a sus ojos». Nuestra vida está en las manos de Dios, no está en nuestras manos... afortunadamente. Nosotros -sólo criaturas- no tenemos nada que no hayamos recibido y no podemos gloriarnos de nada. La gloria es del Señor. Este planteamiento nos lleva a ser humildes, a andar en verdad, en nuestra verdad de criaturas. Pero somos redimidos, hechos hijos de Dios por la gracia, hermanos en Cristo, destinados a la gloria eterna, llamados a la santidad. Esta es la otra parte de nuestra verdad. Demos gracias de corazón a Dios por todo ello; adoremos a Dios en “espíritu y en verdad”.

Evangelio:

Los niños en la antigüedad eran el símbolo de la total indefensión. En caso de guerra, hambre o enfermedad eran los que primero sufrían. Cuando a un individuo lo insultaban llamándolo "niño", no le querían decir que era inmaduro tanto como decirle que era vulnerable, débil o indefenso. Cuando una persona reconocida como un médico, o un Maestro llegaba a una aldea, la gente buscaba estar cerca de él para recibir influjos benéficos. Las madres buscaban que los niños recibieran alguna bendición que los protegiera de la enfermedad y de la muerte.

Los discípulos querían evitar que los niños tocaran a Jesús porque eso no estaba bien para una persona reconocida y admirada como su maestro. Sin embargo, Jesús cambia del todo el orden de cosas y les permite que se acerquen para darles una bendición. Exhorta a los discípulos a cambiar su manera de ver las cosas de manera que comprendan que en la nueva comunidad el puesto principal lo ocupan las personas sencillas e insignificantes. Aceptar el Reino de Dios como un niño es fiarse de Dios, siempre, con la sencillez y candor de un pequeño. La infancia espiritual de santa Teresita del Niño Jesús es un camino seguro, asequible para todos los cristianos, adecuado para nuestras vidas agitadas en medio de los combates y avatares del mundo. Nuestra confianza en el Señor es nuestra fuerza y nuestra esperanza, como lo fue para la Virgen María, para todos los santos y para millones de cristianos.

Oración Final:

Dios y Padre de nuestro salvador Jesucristo, que en María, virgen santa y madre diligente, nos has dado la imagen de la Iglesia; envía tu Espíritu en ayuda de nuestra debilidad, para que perseverando en la fe crezcamos en el amor y avancemos juntos hasta la meta de la bienaventurada esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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