2 marzo 2011, miércoles de la octava semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Inicio: Cuando dos amigos se encuentran, lo primero que suelen hacer es saludarse. Un beso, un abrazo, un apretón de manos…, en definitiva un gesto que manifieste la alegría de encontrarse, de estar juntos de nuevo. Con Jesús también debemos comportarnos así. La oración es amistad, trato íntimo entre amigos que se encuentran.

Eclesiástico. 36,1-2a.5-6.13-19: El sabio israelita pide a Dios que haga algo tremendo para que todos se den cuenta de que existe y es único. Le pide que se manifieste con claridad como antiguamente. Creo que a todos alguna vez se nos ha ocurrido algo parecido. Si Dios hiciese un milagrazo, no habría más remedio que creer en Él, y todo sería más fácil. Esta misma cuestión se la presentaron a Jesús unos judíos: “Haz un milagro para que creamos en ti” En esa ocasión, Jesús viendo su doblez, se retiró. Y en la parábola del rico Epulón dijo: para los que no quieren creer, no es suficiente ni aunque resucite un muerto. Y es que a Dios se le ve con los ojos de la fe. La oración es un momento privilegiado para ver a Dios. Especialmente en la soledad, en el silencio. No busquemos a Dios fuera de nosotros, está por encima de los sentidos, es íntimo y a la vez trascendente. “Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva… tú estabas dentro de mí y yo te buscaba fuera” (San Agustín)

Salmo 78: “Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia”.

Mc 10, 32-45: El evangelio de hoy es una llamada a seguir a Jesús hasta las últimas consecuencias, si es preciso hasta beber su mismo cáliz.

La cruz en el horizonte de la vida de Jesús: Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los letrados, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles,…, y a los tres días resucitará”. Jesús a modo de desahogo y para preparar a sus discípulos para lo que se avecina, les anuncia su pasión, muerte y resurrección. Ellos, que aún no están preparados para entenderlo le hacen una ambiciosa petición:

Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y el otro a tu izquierda: La petición la hicieron los hermanos Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, pero igualmente la podían haber hecho cualquiera de los otros discípulos de entonces, o tú o yo, discípulos de ahora. Y es que a todos, más o menos, nos gusta ser considerados, “adorados”, mandar más que obedecer, ser servidos en vez de servir, estar cerca del poder,…

Humildad y obediencia: Son las actitudes que recomienda Jesús a todos los suyos: “El que quiera ser grande que, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”. Así lo hizo Jesús, y así debemos hacerlo también nosotros como discípulos suyos.

Practicar la religión para quedar bien ante los hombres o para servirse de ella es una tentación de todos y de todos los tiempos. Jesús nos previene: “El primero entre vosotros será vuestro servidor”; “el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.

Oración final: Hemos comenzado el mes de San José, podemos terminar la oración de hoy con una oración a San José pidiéndole la humildad:

Enséñanos, José, cómo se es “no protagonista”, cómo se avanza sin pisotear, cómo se colabora sin imponerse, cómo se ama sin reclamar.

Dinos, José, cómo se vive siendo “número dos”, cómo se hacen cosas fenomenales desde un segundo puesto.

Explícanos, José, cómo se es grande sin exhibirse, cómo se lucha sin aplauso, cómo se avanza sin publicidad, cómo se persevera y se muere uno sin esperanza de que le hagan un homenaje.

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