Este segundo domingo de cuaresma la liturgia nos presenta la figura de Jesucristo transfigurado. En El todos los hombres encontramos el modelo que debe orientar nuestro rumbo en la vida. Por encima de todos los que esta sociedad nos presenta, Jesús emerge luminoso, deslumbrante, sin competidor alguno. Su figura cautiva y termina enganchando, todo queda en segundo plano. Que la Virgen nos conceda el regalo de sentir a Cristo transfigurado y de llevar su resplandor a tantos hombres y mujeres que hoy viven acostumbrados a una pálida existencia sin luz en sus corazones.
Himno
Transfigúrame, Señor, transfigúrame.
Fuente: Liturgia de las horas
Transfigúrame, Señor, transfigúrame.
Quiero ser tu vidriera,
tu alta vidriera azul, morada y amarilla.
Quiero ser mi figura, sí, mi historia,
pero de ti en tu gloria traspasado.
Transfigúrame, Señor, transfigúrame.
Mas no a mí solo,
purifica también
a todos los hijos de tu Padre
que te rezan conmigo o te rezaron,
o que acaso ni una madre tuvieron
que les guiara a balbucir el Padrenuestro.
Transfigúranos, Señor, transfigúranos.
Si acaso no te saben, o te dudan
o te blasfeman, límpiales el rostro
como a ti la Verónica;
descórreles las densas cataratas de sus ojos,
que te vean, Señor, como te veo.
Transfigúralos, Señor, transfigúralos.
Que todos puedan, en la misma nube
que a ti te envuelve,
despojarse del mal y revestirse
de su figura vieja y en ti transfigurada.
Y a mí, con todos ellos, transfigúrame.
Transfigúranos, Señor, transfigúranos.