¡Ya no tiene miedo! Lo anduvieron buscando para matarlo por eso mismo, y entonces se escapó; pero ahora ahí lo tenéis, enterrando muertos.
Recordad delante de Dios a los militantes que están haciendo Ejercicios y a los juveniles que están de convivencias, y a Vicente Guillen en su cumpleaños
Dichoso quien teme al Señor.
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo,
clemente y compasivo. R.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R.
Parece que hoy va de muertos la lectura y el evangelio. Pero el Salmo nos llena de confianza en su misericordia.
Al preparar hoy la oración, reflexionando sobre la lectura y el evangelio, me viene a la mente la escena que me tocó contemplar ayer.
Estaba preparando varios platos de cocina con los alumnos. En un rincón veo a una alumna mayor madre de familia llorando. Una mujer fuerte ¿Qué te pasa? Me ha llamado mi marido por teléfono y me ha dicho que ha muerto un amigo del pueblo vecino y su mujer está muy grave. Tenían un almacén de chapa y se le han caído algunas encima y le ha matado. Sus hijos son amigos de los míos. La dejo que se desahogue. Le dije: ¡Qué pena! ¡Rezaremos por ellos! Trato que otra de las compañeras la consuele un poco. Al momento me dice otro alumno. Paco está sentado en el almacén. Hablo con él; no se encuentra contento. Se siente mal. Le han dado mareos otras veces. ¡Nadie me quiere!, me dice. Al final decide ir para casa. Elevo mi corazón a Dios y sigo dando mis clases y amándoles.
En esta vida premia a los buenos, tolera a los malos y ámalos a todos
Leyendo el evangelio me doy cuenta la paciencia que Dios tiene con nosotros. Cuántas gracias me da y que poco lo aprovecho a veces.
No sé si cuido mi vida como el viñador. Hago oración, practico los sacramentos, tengo ayudas y aun así caigo. El Señor es el lote de mi heredad. El justo jamás vacilará.
¡Cuántos mimos y cuidados has tendido con la vid de mi vida cristiana, desde que la plantaste en el bautismo, las fortaleces con la eucaristía, la purificas con la penitencia! y yo ¿Cómo respondo?
Señor ayúdame a prepararme para vivir la Cuaresma.