El texto del evangelista San Juan de este Domingo es sugerente, creo que difícil de comprender el profundo sentido que encierran las palabras de Jesús en un diálogo entre los apóstoles Tomás y Felipe.
Con gran sabiduría la Iglesia propone estos textos de la liturgia en los días de de la Pascua de resurrección.“Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y a donde voy yo, ya sabéis el camino”. Jesús piensa que después de tanto tiempo con ellos ya van descubriendo el verdadero sentido de su misión. Pero Tomás le dice: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podremos saber el camino? Tomás lo dice convencido. El Señor le desborda por todas partes y su pregunta no deja de ser lógica. Y la respuesta, del Señor, no puede ser más esperanzadora. Le arranca una afirmación en la que se apoya toda nuestra esperanza y fortaleza. Jesús dice de sí mismo, algo que jamás ha salido de la boca de una persona. Esta persona sólo puede ser Jesús, el Hijo de Dios, el Resucitado.
Jesús le responde: “YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA” y sabemos que lo que dice el señor es verdad, también en estas palabras se hacen realidad sus deseos como sucede en todos sus signos y milagros.
Es una noticia maravillosa. Si él es el CAMINO ya sé por dónde debo caminar. Si me salgo del camino, me quedo sin rumbo y desconozco la meta. Puedo ir hacia ninguna parte, ¡vaya tristeza!
Pero además; Jesús se define como la VERDAD. Por tanto, todo lo demás será relativo. Él es la única verdad. Qué seguridad nos da cuando seguimos las orientaciones de personas que son eficientes en su profesión y son veraces. Qué sensación de plenitud y de paz cuando sabemos que caminamos con la verdadera y única VERDAD. “Sé de quién me he fiado”.
Y por si no nos habíamos enterado de las afirmaciones anteriores, como camino y verdad que nos deslumbra, el Señor se autodefine como la VIDA.
Una vida que ha tenido un comienzo, en el momento de la concepción, pero que ya no tendrá fin, porque hemos sido creados para la inmortalidad, para la eternidad. Viviremos para siempre con la VIDA.
Ahora, en estos de días de Pascua el Espíritu Santo nos está comunicando todos sus dones para que descubramos de esta afirmación aparentemente tan clara y rotunda que nos llena de fortaleza y esperanza.
Señor, quiero seguirte cada día desde estos minutos de oración porque eres EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.