Celebramos hoy la fiesta de María Auxiliadora, en esta etapa final de nuestro mes de mayo. Dispongámonos en la oración a estrechar los lazos de amor con nuestra madre, que es nuestro auxilio y protección. Podemos fijarnos en los siguientes puntos.
1) Los cristianos han honrado a la Virgen con este título desde hace mucho tiempo.
- Su origen se atribuye a San Juan Crisóstomo, que ya en el año 345 dijo “Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios”.
- Más tarde, San Juan Damasceno, en el año 749, difundió la jaculatoria: “María Auxiliadora, ruega por nosotros”. Y comenta que María es “auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación”.
- En 1572, el Papa San Pío V introdujo en las letanías la invocación: “María Auxiliadora, ruega por nosotros”, como agradecimiento a la Virgen por la victoria en la batalla de Lepanto sobre los turcos, verdadera amenaza para la cristiandad.
- Pero fue san Juan Bosco el auténtico impulsor de la devoción a María Auxiliadora, de la cual decía: “La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana”.
2) ¿Y hoy? ¿Sigue siendo actual la advocación de María Auxiliadora? Para ello debemos preguntarnos: ¿Nos sentimos débiles, necesitados, pobres de todo bien? ¿Palpamos la necesidad de auxilio, de protección, de intercesión, como niños que dependen en todo de su madre? ¿Y nos damos cuenta de que Jesús, al pie de la Cruz, nos dio precisamente a su Madre como madre nuestra, para ayudarnos en nuestras necesidades? Si es así, cuando recemos en el Ave María: “Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”, nos llenaremos de confianza, y cuando oremos en la Salve: “Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo”, nos colmaremos de alegría.
3) Preguntémonos en qué nos ha auxiliado y en qué nos auxilia la Virgen. Repasemos nuestra vida: los problemas por los que hemos atravesado, y cómo Ella ha salido en nuestra ayuda. Pidámosla que estreche su abrazo sobre nosotros, que nos proteja cada día más, que nos defienda de nuestros enemigos, especialmente de los engaños del mal caudillo, y que nos alcance gracia para librarnos de ellos.
4) María Auxiliadora nos conduce a Jesús: nuestro auxilio, el que nos da la paz. Nos dice hoy Jesús en el Evangelio: “Mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo”. Para el mundo la paz es ausencia de conflictos, pero la verdadera inquietud en el hombre procede del interior, y no puede ser atajada con artilugios humanos.
5) “Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”. ¿De dónde proceden nuestros miedos? ¿De dónde nuestra confianza? Comenta Abelardo: “Se turba nuestro corazón por falta de confianza (…) ¿De dónde brota esta confianza? Del amor infinito que Jesús me tiene. Él me lleva constantemente en su Corazón. No puedo dudar de su amor. Él me ha elegido desde la eternidad, me ama con entrañas de Padre y no se cansa de demostrármelo”. (Aguaviva p. 283, octubre 1976).
6) Llenos de la paz de Cristo, seamos misioneros de la paz. Dice el P. Morales: “Misionero de la paz es un militante. Portador de la paz a tantas personas inquietas por ambiciones. Unos ponen las ambiciones en negocios y en dinero. He tenido que tratar en mi vida con gente de muchísimo dinero. ¡Hay que ver los pobres cómo están carcomidos por la prisa en la mayoría de los casos!”
Oración final. Podemos terminar con esta petición del P. Morales: “Que sintamos que intercede por nosotros aquélla por la cual merecimos recibir al autor de la vida, y que es la reina y la madre de nuestra Milicia, como es reina y madre de la Iglesia”.