Orar es escuchar a Dios que nos habla, contemplar sus obras y dejarse transformar por El. Sus obras y palabras nos llegan cada día a través del evangelio.
Al ponernos hoy a su escucha lo hacemos por medio de María. A Ella dedicamos nuestro primer momento para suplicar: “Modela nuestro corazón como modelaste el de tu Hijo. Pues por medio de Ti y en Ti fue como se forjó el corazón de Jesús”. Cada día del mes de mayo debe ser un día de amor a María y por medio de ella de amor a Jesús.
El Evangelio de hoy es un regalo para conocer a Jesús. Nos enseña muchas cosas de él. Su forma de caminar, siempre buscando a los más necesitados. Sus amigos más cercanos: los enfermos. Lo que le gustaba hacer: curar y hacer signos de amor. Su forma de enseñar: se sentaba y hablaba a la gente. Su deseo constante: estar a solas con su Padre.
¿Lo aprendería todo de María? ¿Se parecía su alma al alma de su Madre? Es una pregunta para la oración personal.
Propongo fijarse en las tres palabras de Jesús en este evangelio:
– “¿Con que compraremos panes para tanta gente?” Esta palabra del Señor expresa su preocupación por los que le siguen. Y nosotros en ella descubrimos que si seguimos al Señor, el se ocupará de nuestras cosas, estará atento a todo lo que necesitemos. ¡Cuanto cambiaría el día a día de nuestra vida si esto estuviera arraigado en nuestro corazón! ¿por qué nos preocupamos de tantas cosas que deberíamos dejar en manos del Señor? Intenta pensar en todas tus preocupaciones y dejarlas hoy en sus manos. Escuchar al Señor que dice: de eso ya me encargo yo...
– “Decid a la gente que se siente en el suelo” También el Señor quiere que estés cerca de él, en un sitio tranquilo para poder repartirte su pan, su alimento. Pero ¡cuantas veces estamos lejos! Esta Palabra del Señor denota la cercanía que el quiere tener a nuestra vida. Si estamos cerca del Señor, le escuchamos, si estamos cerca del Señor le sentimos, si estamos cerca del Señor podremos mirarle y dejarle que nos mire. Piensa hoy también en la oración si estás cerca de él, sentado siempre a su lado, o si habitualmente caminas lejos, y el no puede hablarte. Puede ser un riesgo de nuestra vida ajetreada, de nuestra manera de vivir, corremos de acá para allá y no tenemos tiempo para sentarnos junto al Señor. Orar es sentarse a los pies del Señor.
– “Recoged los pedazos que han sobrado, que nada se desperdicie”. El amor de Dios es sobreabundante, siempre más grande de lo que podemos esperar, siempre sorprendente. Por eso podemos entregarlo a todos, no debemos guardárnoslo. Se nos ha dado para repartirlo. ¿que es desperdiciar el amor de Dios? Es la tercera reflexión para la oración. Y aquí es donde, de forma especial, debemos mirar a María y como Ella recogió todo el amor de Dios, lo llevó en su corazón, lo custodió y lo repartió a manos llenas. Ella es nuestro modelo en la misión de acoger y distribuir el amor de Dios a todos.
Que las tres palabras de Jesús en el evangelio de hoy te hagan disfrutar de su cercanía, de su predilección y de la misión que te encomienda.