30 mayo 2011, lunes de la sexta semana de Pascua – Puntos de oración

Aunque suponga adelantarnos por un día, y aún sabiendo que seguramente meditemos sobre las mismas o parecidas ideas este martes, no me resisto a repasar algunos pensamientos extraídos de los textos del P. Tomás Morales sobre la próxima fiesta de la Visitación, que celebraremos el día 31 de este mes.

El modelo evangélico que nos propone a imitar es la figura de la Virgen María en el episodio de la visitación a su prima Santa Isabel. “En aquellos días (así empieza el Evangelio del día 31) María se puso en camino y fue aprisa a la montaña” Nos dice el P. Morales que más que imitarla en las acciones (que no siempre es posible) debemos imitarla en las motivaciones. A menudo un mismo comportamiento puede esconder debajo motivaciones muy distintas. Como aquellos tres obreros que se encontraban en la Edad Media europea construyendo una catedral. Ante la pregunta que les formuló un peregrino sobre cual era el sentido de su trabajo respondieron desde tres motivaciones distintas: simplemente estoy colocando piedras, yo estoy ganado el pan para mis hijos dijo el segundo, yo estoy construyendo el templo de mi Dios, dijo el tercero.

Pero, volviendo al Evangelio ¿Cuáles eran las motivaciones de la Virgen en la visitación? ¿Curiosidad? ver a su prima de edad avanzada en estado de gestación… ¡era todo un notición! ¿Vanidad? ¿Deseo de lucirse? A fin de cuentas… ¡soy la madre de Dios! podía pensar María, como hacen algunos famosos cuando van a hacerse fotos en los orfanatos de la Madre Teresa de Calcuta. Pero no. A María lo que la mueve es el Espíritu Santo, el olvido de sí.

Y ¿Cuáles son las características de su conducta?

  • Diligencia: Dice el Evangelio que fue “aprisa” (no dejándolo para más adelante)
  • Sacrificando la propia comodidad e intimidad: A fin de cuentas…¡acababa de ser nombrada Madre de Dios! Cualquiera de nosotros seguro que se habría tomado unos días para reponerse del susto, para meditar. Quizás nos habríamos ido a comprar ropa nueva, ¡no conviene que la Madre del Rey de Reyes vaya vestida de cualquier manera! Sin embargo, la sencillez de María prescinde de todo eso, se olvida de sí. A menudo nosotros, ante las llamadas del Señor o de los demás, esperamos momentos mejores, más apropiados para darnos... “cuando acabe los exámenes, ahora no que me acabo de casar, cuando saque la oposición…”

Sin embargo, si sólo das de lo que te sobra… ¿qué mérito tienes? Nos lo dice el Señor en el episodio de la viuda pobre del templo. Levantarte tu primero a atender al niño cuando se pone a llorar por las noches, dar no sólo tu mes de vacaciones, también parte de tu tiempo durante todo el curso… eso es sacrificar la propia comodidad dándose a los demás. Si decides por una mayor ascesis personal no comer ni beber fuera de las comidas pero, sólo lo haces cuando no tienes ganas de tomar nada… ¿qué mérito tienes?

  • Finalmente, por caminos de montaña: como los nuestros, empinados y pedregosos. Son los caminos de la vida cotidiana, sin planificar, pasando por las mismas circunstancias que el resto de los que nos rodean. Caminando junto a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, compartiendo las alegrías y esperanzas, el cansancio y el gozo de las pequeñas y grandes cosas.

Archivo del blog