02/11/2011, Conmemoración de todos los fieles difuntos

Lectura del libro de las Lamentaciones (3, 17-26)

Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha; me digo: «Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor.» Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena; no hago más que pensar en ello, y estoy abatido. Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión; antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad! El Señor es mi lote, me digo, y espero en él. El Señor es bueno para los que en él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.

Salmo responsorial (Sal 129, 1-2. 3-4. 5-6. 7. 8)
R. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. R.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. R.

Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. R.

Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia la redención copiosa. R.

Y él redimirá a Israel de todos sus delitos. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (14, 1-6)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así; ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino. » Tomás le dice: -«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: -«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»

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