Hoy, como casi siempre, hay muchos planteamientos posibles para nuestro rato de oración: en primer lugar el evangelio del día o la epístola, que son los que aparecen arriba. Del Evangelio un simple comentario a la frase final: “los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz”. Es decir que si me va mal en los negocios o en mi grupo de apostolado está un poco dividido, es lo normal para los hijos de la luz. Todavía se podría pensar al revés: si me va muy bien…
Otro tema posible es el adviento que se aproxima.
Más vital para nuestra mente es pensar que ya sólo me queda un mes para la Vigilia de la Inmaculada y para los compromisos. Ya puedes ir repitiendo eso de ¡oh Señora mía! Oh Madre mía = yo me ofrezco enteramente a vos. Y en prueba de mi filial afecto= os consagro en este día… Ya puedes ir enterándote de los diversos tipos de compromisos con la Virgen que se pueden hacer en la Milicia y nuestro movimiento y viendo cual es el más adecuado para tu generosidad. Una de las formas típicas de prepararse los militantes es luchando cada semana contra uno de nuestros defectos y te sugiero empezar por la pereza.
Pero el tema de meditación que considero más adecuado es el de pedir por las almas del purgatorio. Ya tuvimos el día dos para estos menesteres, pero no viene mal seguir pidiendo por ellas. Como sabes, algunas personas de las que van a ir al cielo no están suficientemente purificadas de sus pecados, creo que es algo así como si todavía tuviesen algo de envidia de los que tienen más dinero, o les agradaría algo de sexo ¡Ojala que no fuese pecado! porque no quieren pecar, pero… o aquellos que han sido ofendidos de alguna manera y todavía se acuerdan y tienen que pasar una temporadita metidos en la lavadora para que se les vayan quitando esas reminiscencias del mundo y de la carne y allí están bien fastidiados y además no han llegado al cielo y ya saben bastante de lo que es Dios y de lo que se están perdiendo. Hay varios libros que tratan del tema. En www.libroscatólicos.org hay uno con experiencias concretas de ese tipo
Lo más interesante es ofrecer por ellos el sacrificio de Cristo, por lo que hasta podrías sustituir toda o parte de la oración por asistir a una misa extra que aplicas por ellos. Puestos a pedir algo al Padre, el que mejor lo hace es Jesús en el sacrificio de la Cruz y yo me puedo unir a él con esta intención.
Por último te sugiero que te vayas recordando de cada difunto. Te acuerdas de él, de su nombre, de alguna buena cualidad suya y se lo presentas a María y la dices que con su ayuda se puede subir que se lo lleve a su hijo en bandeja, sostenida por sus manos. Y las cosas bonitas que se te ocurran. Si ya estuviese en el cielo, no le vendrá mal. Si en el infierno, daría lo mismo, aunque no sabemos de nadie con certeza que esté en ese sitio: si que sabemos que allí hay alguien. Luego te acuerdas de otro difunto y repites la operación, luego de otro y así sucesivamente.
Aunque algunos no lo necesiten, también te acuerdas de los difuntos de la Cruzada, Milicia y de toda la familia de Santa María: del padre Tomás y del p. Eduardo Laforet para recordarles, para decirles de alguna forma: hola, buenos días. Luego de Evaristo, el de los Hogares, de Jesús Palero, de Zurro, de Eladio Jaraíz, de la cruzada Juani, hermana de José Antonio Benito y de Juan Luis y así vas recorriendo a los conocidos. Por último haz una reverencia y le dices: Santa María, ten piedad de mí y que lo que tenga que pasar luego, lo pase cuanto antes para ir más rapidito al abrazo de Jesús.
PD. Te imaginas que alguien se sienta con autoridad suficiente para en función de diversos criterios que él ha seleccionado y desde luego de su interpretación de esos criterios diga: a la biblia hay que añadir este libro, o quitarle el otro porque después de pensarlo mucho, lo digo yo. Pues eso hizo alguien y por eso, quitó los dos libros de los Macabeos y nuestros hermanos de los muchos tipos de evangélicos no creen en el purgatorio. El problema es que su existencia no dependen de que yo o cualquier otra persona lo crea o no. Si existe, existe para todos, y si la oración de otros sirve, sirve para todos.