Oración inicial (en unión con toda la Cruzada – Milicia de Santa María).
"Que todas mis intenciones, acciones y operaciones, sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad”.
“Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento”. Así comienza el Evangelio que la Iglesia Universal proclama mañana, primer domingo de Adviento.
Recuerda a aquella otra invitación de Jesús a los suyos: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye Mi voy y abre la puerta, Yo entraré y cenaré con él, y él Conmigo” (Ap 3, 20). Éste es nuestro deseo, y así se lo expresamos a Dios desde el fondo de nuestro corazón: Señor, deseo ardientemente escuchar tu voz, abrir la puerta de mi alma, y que en la intimidad de la tarde que cae, cenemos juntos: Tú conmigo, y yo Contigo.
El Padre Morales, insistía en vivir este comienzo del Adviento, desde un triple nacimiento. Adviento es preparación para un triple nacimiento:
- Histórico: Jesús en Belén.
- Futuro: Su definitiva Venida en el juicio final personal y universal.
- Actual: Él, acampando en nuestra vida, preparándonos para la segunda venida, la definitiva.
Que la oración de mañana, sea una oración de deseo, de petición: “Señor, encárnate en mi vida”. Los comienzos marcan la importancia de las obras. Mañana, es necesario escuchar de labios del Señor: “Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa… no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”.
No es una amenaza. Sí es un toque de atención. Señor, ¿cómo estoy viviendo? ¿Qué espera mi corazón? ¿Qué me desvela?
Sólo hay una manera de llegar al fondo del mensaje de Jesús en el Evangelio de hoy. No captaremos la profundidad de su llamamiento si lo entendemos como un mandato frío y desencarnado. Más bien, es necesario unir este pasaje, al lamento del Corazón de Cristo, que es un reproche cariñoso, que demanda amor: “Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron”.
Señor, que te siga, te conozca y te ame. Que te reciba en este tiempo de preparación para tu triple nacimiento en mí.
Madre, transforma mi corazón, Tú que a solas con tu Tesoro…, adoras, amas, esperas… Madre muda del Verbo que calla, enséñame a desaparecer amando. Santa María del Adviento: junto a Ti, en el Nazaret de la vida oculta… Estudio, oración, entrega, trabajo, olvido…