16 noviembre 2011. Miércoles de la XXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Las palabras de aliento de la madre de los macabeos pueden guiarnos en nuestra oración de este día:

-«Yo no sé cómo aparecisteis en mi seno; yo no os di el aliento ni la vida, ni ordené los elementos de vuestro organismo. Fue el creador del universo, el que modela la raza humana y determina el origen de todo. Él, con su misericordia, os devolverá el aliento y la vida, si ahora os sacrificáis por su ley.»

Sí, no es fácil en este mundo de autosuficiencia pensar que no nos damos la vida a nosotros mismos, que no somos dueños de la vida, de nuestra propia vida, sino que hay Alguien mayor que nosotros que nos la regaló. Que tampoco nuestros padres y madres son los dueños de nuestra vida, porque ellos pusieron los medios, son causa necesaria, pero la vida, la Vida tiene su propia historia, ritmo, leyes, que obedecen al impulso de nuestro Dios.

Sí, Dios es el Dios de la Vida, Él mismo es la vida.

Y sólo de Él nos puede llegar la vida; la material y la espiritual, con mucha más razón.

Por eso, cuando sientas que te falte la vida, puede ser que estés alejándote de Dios, de la fuente de la Vida. Pero vuélvete a Él y –como nos dice la lectura- Él te devolverá el aliento y la vida.

Mi Señor, mira cómo me falta el aliento. En ti me refugio. Porque tú eres mi Dios. Tu espíritu que es bueno me guíe por una tierra llana… Dame vida, dame la Vida, dame tu Vida, mi Dios.

Clamemos en esta jornada al Dios de la Vida, que nos dé la vida a nosotros, y que devuelva la vida a tantos amigos nuestros a los que también les falta el aliento, que también se mueren.

Roguemos para que la vida llegue a todo el mundo. Pero la vida en plenitud, la vida de Dios, la vida de la gracia, la vida que rompe en nueva esperanza, la de la nueva Humanidad, la del Reino de los Cielos, la de Cristo que mana desde su costado abierto, la vida en abundancia que el Padre Morales nos pedía que luchásemos por que llegase a todos en la campaña de la Inmaculada.

La vida que rebosa de un corazón que vive en gracia.

Tiempo de silencio para sentir la vida que corre en nosotros, para pedirle a Dios la Vida en plenitud, para vivir desde la gracia de Dios, que es su vida corriendo por nuestras venas.

María Inmaculada, plena de vida, bendícenos para que acojamos la Vida en nosotros.

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