1 marzo 2012. Jueves de la primera semana de Cuaresma – Puntos de oración

1. COMENZAMOS EL MES DE SAN JOSÉ

San José, patrono del concilio Vaticano II y de la iglesia, de los padres, del seminario, adalid y protector de todos los militantes... fue laico, “simple laico” ni sacerdote ni religioso. Y Dios Padre para educar al Verbo Encarnado eligió a un fiel laico, José, no a un sacerdote o a un religioso, un fiel, laico, seglar, uno del común. Dice Redemptoris custos:

En las palabras de la "anunciación" nocturna, José escucha no sólo la verdad divina acerca de la inefable vocación de su esposa, sino que también vuelve a escuchar la verdad sobre su propia vocación. Este hombre "justo", que en el espíritu de las más nobles tradiciones del pueblo elegido amaba a la virgen de Nazaret y se había unido a ella con amor esponsal, es llamado nuevamente por Dios a este amor. "José hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer" (Mt 1, 24); lo que en ella había sido engendrado "es del Espíritu Santo" (RC 19)

La santidad es vida oculta con Cristo en Dios, para transformar la propia circunstancia («Nazaret») en amor y servicio. La misión es dar de la propia pobreza, compartiendo con todos los hermanos los dones recibidos de Dios. La comunidad cristiana que vive su Nazaret, realiza la misión como comunión entre iglesias hermanas, con un amor preferencial por las más pobres. De modo magistral lo sintetiza el P. Tarsicio Stramare: “San José es la prueba de la grandeza innata en cualquier vida cotidiana, si ésta sabe transformarse en respuesta de amor hacia Dios, en la aceptación simple y generosa de su voluntad...El ejemplo de san José, la lección que brota de toda su vida continuará haciendo escuela en la Iglesia para siempre” (La vía de San José. Espiritualidad josefina. Delegación Nacional del Óbolo de San Pedro, Lima 2002 en el capítulo titulado “Laicos: la espiritualidad de la vida cotidiana” pp.124-134). Hacer lo ordinario de modo extraordinario.

2. ORA, AHORA Y A TODA HORA

Entramos en el corazón de la Cuaresma y hay que dejarse contagiar por Jesús que siempre estaba orando.

Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación, y dame valor, Señor.

El ejemplo de la oración de Esther es conmovedor. De modo audaz, valiente, se abandona en Dios, su único Apoyo, su Fortaleza. Y consigue su objetivo, porque se fió del Señor.

Jesús dijo a sus discípulos: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.

¡Creo, Señor, pero aumenta mi fe!

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, delante de los ángeles cantaré para Ti.

Canta suave y constantemente hasta hacer vida el Salmo 138 (137) 1-2a.2bc-3.7c-8. Todo es gracia. No merezco nada y Dios me regala todo. Mi vida es un milagro permanente y no tengo derecho a estar triste ni quejumbroso ni timorato. Dios me ve, Dios me escucha, Dios me ama, y por eso canto lleno de gozo, feliz, como María en el Magníficat.

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